“El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente, el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, a la bondad, a todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma”
Aldoux Huxley
“El que teme sufrir ya sufre el temor”
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Proverbio chino.
“El que ha naufragado tiembla incluso ante las olas tranquilas”
Ovidio
“El miedo es un sufrimiento que produce la espera de un mal”
Aristóteles
“El valor espera; el miedo va a buscar”
José Bergamín
El miedo
El miedo es una emoción primaria que tiene como principal misión informarnos de la posibilidad de que las personas que amamos, nuestros proyectos o nosotros mismos estamos en peligro y podemos sufrir un daño.
Cuando tenemos miedo, percibimos sensaciones desagradables: se acelera el pulso, sudamos, temblamos, sentimos sequedad de garganta, dificultad para respirar y tensión muscular. El miedo es una información valiosa que nos va a permitir tomar precauciones y tomar decisiones. Así, por ejemplo, cuando alguien percibe el riesgo de ser atacado, se dispara el miedo, lo que le induce a ponerse a salvo. Si no tuviese miedo, probablemente no podría defenderse.
Cada miedo tiene tres partes: una parte es una memoria del pasado, otra parte es la carencia de certeza en nuestro presente, y la última parte es el resultado de una valoración negativa de nuestro futuro.
Detrás de todos los miedos está el temor a la pérdida y, por tanto, a sufrir. El miedo es el punto de partida de muchas otras emociones. Como consecuencia del miedo aparece la desconfianza en uno mismo, en los demás y en la vida.
Pertenecen a la familia del miedo: la angustia, la desconfianza, el susto, la sospecha, la suspicacia, el recelo, el temor, el pánico, la alarma, el sobresalto, los celos, la aversión, la timidez, la vergüenza.
Cuando algo en la raíz de nuestro miedo no se soluciona, podemos sustituir un miedo por otro miedo. Sólo si detectamos qué es podremos neutralizarlo. Si, por ejemplo, lo que nos causa miedo es un sentimiento de incapacidad, tendremos que trabajar nuestras competencias emocionales, intelectuales o sociales.
El miedo puede mover a la acción o producir efectos paralizantes. En determinados momentos, puede dejar de ser un miedo adaptativo para tomar el control de nuestra vida y convertirse en destructivo.
La inacción es una forma de huída, un intento de evitar enfrentarnos a aquello que tememos. La inacción forma parte de una estrategia de pasividad ante un problema.
El miedo intenso nos puede paralizar para la acción: dejamos de actuar y nos sentimos indefensos. No asumimos el riesgo, no actuamos para no sufrir pérdidas, no amamos por miedo a que no nos amen o dejen de amarnos, no nos comprometemos por miedo a no ser lo suficientemente constantes en nuestro compromiso, no vivimos para no sufrir.
A veces, el miedo hace que nos precipitemos adoptando conductas agresivas: agredir antes de ser agredidos, amenazar utilizando una coraza de control para esconder nuestro miedo. Es una estrategia de compensación.
En otras ocasiones, acabamos provocando aquello que temíamos.
Autor: Comunicación Clínicas CITA