Cómo aprender a ser más asertivos

La asertividad es el ingrediente necesario de una personalidad sana y una de las habilidades sociales que hay que trabajar, en las sesiones individuales y grupales, para tener éxito en el tratamiento de desintoxicación de las drogas o las conductas adictivas.

El arte de relacionarse bien con los demás

Hay gente que cae bien a todo el mundo, que se muestra siempre tolerante y que no hiere a los demás aunque siempre acostumbra a decir lo que piensa. Además, este tipo de personas suele ser sensata, convincente y persuasiva, sin mostrar autoritarismo ni indiferencia por las opiniones de los demás.

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    Aunque este perfil de personas tienen estas habilidades sociales de forma natural, casi innata, y las aplican cotidianamente sin esfuerzo alguno, la verdad es que todo el mundo puede aprender a comunicarse mejor. Todo el mundo puede cambiar a mejor sin perder su personalidad, que sin duda se verá reflejada en los posibles cambios que introduzcamos en nuestra manera de comportarnos con los demás. Nuestra salud mental y el equilibrio personal están muy relacionados con cómo vivimos nuestras relaciones interpersonales.

    Vivir con los demás es un arte que puede aprenderse, no sólo para caer bien sino porque la integración social es un factor clave del bienestar emocional. Las habilidades sociales son una serie de conductas y gestos que expresan sentimientos, actitudes, deseos y derechos del individuo, siempre de una manera adecuada y de modo que puedan resolver satisfactoriamente los problemas con los demás.

    Si cultivamos y dominamos estas habilidades, podremos conseguir satisfacciones en el ámbito de la familia, de las amistades y en las relaciones amorosas.

    El lenguaje no verbal

    El rostro expresa las seis emociones fundamentales: miedo, rabia, desprecio, alegría, tristeza y sorpresa. Y hay tres zonas de la cara que representan estas emociones: la frente con las cejas, los ojos y la zona inferior de la cara.

    Mirar a los ojos o a la zona superior de la cara ayuda a establecer el contacto y, dependiendo de cómo sea esa mirada, se expresan las emociones. Se consideran más cercanas a las personas que miran más a su interlocutor, si no es de forma fija y dominante. Mirar poco puede ser signo de timidez. La mirada acompaña a la conversación: si miramos cuando escuchamos, animamos a la otra persona a comunicarse. Y mirar a los ojos cuando hablamos, convierte nuestro discurso en más convincente.

    La sonrisa casi siempre denota cercanía, suaviza tensiones y facilita la comunicación. Pero si el gesto sonriente expresa ironía o escepticismo, puede manifestar rechazo, indiferencia o incredulidad.

    Los gestos del cuerpo expresan cómo se siente interiormente la persona. Se puede transmitir escepticismo (encogiéndose de hombros), agresividad (apretando los puños), indiferencia (sentándonos casi tumbados cuando alguien nos habla). La distancia física entre personas que se comunican también indica la proximidad emocional entre estos individuos. Dos cuerpos cercanos expresan proximidad afectiva. Volver la espalda o mirar hacia otro lado, es una manifestación de rechazo o desagrado. Un cuerpo contraído expresa decaimiento y falta de confianza en uno mismo. Un cuerpo expandido expresa todo lo contrario. Los gestos que se producen con las manos y la cabeza acompañan y enfatizan lo que se comunica con la palabra o el silencio.

    La voz

    Las misma palabras con entonaciones distintas transmiten sentimientos tan distintos como ironía, ira, excitación, sorpresa o desinterés. Un tono mortecino es señal de abatimiento o depresión. Una conversación que se mantiene siempre en el mismo tono resulta monótona y aburrida y suscita poco interés. Se hace oír más y comunica mejor la persona que juega con las modulaciones de la voz a lo largo de la conversación. El tono es casi tan importante como el propio contenido de las palabras. Un volumen de voz alto expresa seguridad y dominio de la situación, pero un tono demasiado alto puede suscitar rechazo y connotar agresividad. El volumen bajo puede sugerir estados de ánimo como debilidad o falta de confianza en uno mismo, pero también confidencialidad y cercanía. La utilización de repeticiones, frases hechas y de relleno y los titubeos producen impresión de inseguridad, monotonía e incluso desconcierto.

    Todos estos elementos son herramientas de nuestra forma de estar en sociedad y, bien articulados, nos ayudan a relacionarnos de forma más eficiente. Las habilidades sociales son conductas aprendidas y, por lo tanto, podemos mejorarlas.

    La asertividad

    El arte de convivir con los demás consiste en no quedarse corto y no pasarse. Es un equilibrio entre ambos extremos. Es lo que se conoce como asertividad: ser nosotros mismos y resultar convincentes sin incomodar a los demás. Quedarse corto es la incapacidad para expresar con libertad lo que se siente y es una falta de respeto hacia las propias necesidades. Y pasarse son las conductas agresivas e inadecuadas que avasallan los derechos de los demás por anteponer siempre los propios. La conducta asertiva es la más hábil socialmente porque supone la expresión abierta de los sentimientos, deseos y derechos pero sin atacar a nadie. Expresa el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Ser asertivo no significa la ausencia de conflicto con otras personas sino el saber gestionar los problemas cuando surgen.

    Qué hacer para resultar más asertivos

    – Valorarnos suficientemente

    – No enfadarnos gratuitamente o por nimiedades

    – Evitar las amenazas

    – No pedir disculpas protocolariamente sino cuando sea necesario

    – No ignorar a los demás

    – Admitir nuestros errores y equivocaciones

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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