En el centro de desintoxicación y deshabituación de Clínicas CITA he descubierto que mi malestar adictivo proviene del hecho de querer controlarlo todo, de ser perfecto para recibir la aprobación de los demás. Siempre he buscado la aprobación de los demás, sobre todo de mi padre, y siempre he sufrido la incapacidad de tolerar frustraciones, sobre todo cuando no soy capaz de mostrar a mi mujer una necesidad que vaya en contra de lo que ella desea.
Desde pequeño siempre pensé que lo normal era ser perfecto y hacerlo todo bien para contentar a mis padres y a los profesores. Creía que el error no estaba permitido y me angustiaba mucho cuando me equivocaba o hacía algo incorrecto.
También soy consciente de mi incapacidad para afrontar las cosas. Nunca o casi nunca he podido ir de cara con nadie que me genere problemas. En situaciones de tensión entre mis parejas y mi familia, siempre evito la confrontación sin entender que no es necesario que se lleven a la perfección y que yo no tengo porqué escoger un bando.
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Aunque sé que mi familia me quiere incondicionalmente, el hecho de apartarme constantemente de ellos y la incapacidad de transmitir mis necesidades a mis parejas, es lo que ha hecho que siempre me haya sentido muy solo. Tenía respaldos pero no me apoyaba en ellos.
Ahora, tras mi paso por una clínica de desintoxicación y deshabituación de drogas, entiendo que la voluntad no es suficiente por sí sola para apartarse de la droga. Si primero no se acepta que hay un problema, es imposible resolver una adicción. El primer paso es aceptar que hay un problema a solucionar y que este problema no radica en el consumo sino que es previo, más profundo y que es de hecho el condicionante del consumo. La adicción no es el problema principal sino la vía de escape del problema, la falsa solución al problema. Y es muy difícil que uno pueda entenderlo por sí mismo, sin pasar por un tratamiento profesional en una clínica de desintoxicación.
A mí, admitir mi problema me está costando. Cuando pongo los dos pies en el suelo me siento hundido. Se ha desmoronado creencia sobre la que yo basaba mi adicción: creer que podía controlarla. Y sé que es muy difícil cambiar.
Mi consumo con el tabaco empezó a los 13 años. Mi primer contacto con el alcohol fue a los 15. Después llegaría el consumo de marihuana, de cocaína, de cristal, opiáceos…
Empecé a consumir para reducir la angustia, pero cuando tu vida gira alrededor del consumo y te aparta de las cosas más importantes, incluso la familia, te sientes más aislado, culpable y angustiado que nunca. Cuando me di cuenta de que mi consumo era totalmente compulsivo, es cuando pedí ayuda.
Durante la estancia en un centro de desintoxicación y deshabituación como CITA, he tomado consciencia de que, más que la adicción a una sustancia, lo que me hace daño a mi es mi conducta adictiva. Nunca he consumido largo tiempo una misma sustancia pero sí que he ido cambiando de una a otra. Reconozco que soy una persona débil que condiciona su vida a las drogas de una manera patológica. Ahora ya entiendo una gran parte del problema. Ahora estoy construyendo mi salvación.
About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas
Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.
Autor: Comunicación Clínicas CITA