Un conflicto como el que se genera cuando descubres el consumo de drogas de tus hijos puede ser la oportunidad de cambio, sirve de aprendizaje y puede convertirse en el revulsivo para mejorar la relación familiar.
No hay que caer en el error de atribuir el conflicto a causas externas. No hay que dejar que las responsabilidades se diluyan entre la mala influencia de los amigos o de quienes facilitaron el consumo. Eso inhibe al hijo de toda responsabilidad.
Los primeros pasos son decisivos; por eso hay que evitar acusarle, interrogarle y, en cambio, si debe percibir claramente que estás muy interesado en saber las verdaderas razones que han provocado este comportamiento. Hay que tener en cuenta que:
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- La llegada no es momento de reproches. Lo primero que hay que hacer es aliviar su malestar físico: mareo, vómitos, etc.
- Piensa que enfrentarse a un adolescente ebrio o excitado no es una buena idea. No está en plenas facultades en este momento y no podrá entender lo que pretendes transmitirle.
- Lo que más necesita en este momento es dormir. Déjale que descanse.
- Si es la primera vez que sucede, los padres también vais a necesitar un tiempo para almaros. Tenéis que reflexionar y plantear una estrategia común para conversar con vuestro hijo. Unos padres tranquilos, calmados y preparados son mucho más efectivos que los que se enfrascan en una pelea agritos con el adolescente.
- A la mañana siguiente, hazle comprender que estás ahí para ayudar, no para censurar. No entres en la provocación si te contesta, intenta preguntarle de nuevo qué pasó de la manera más calmada posible.
- No le acuses. Sólo estás intentando saber qué pasa.
- Intenta que las preguntas no degeneren en discusión. Huye de los monólogos y procura que se parezca lo más posible a una charla.
- Cuida el tono de voz y la proximidad física. Ambos son fundamentales para favorecer un clima de complicidad.
- Demuestra más preocupación que enfado. Los jóvenes reaccionan mejor frente a las muestras de afecto que ante los ataques de furia.
- Piensa en positivo. Recuérdate a ti mismo que la finalidad es evitar que se repita.
- Huye de los maximalismos. Sé realista a la hora de hablarle de los peligros que ha corrido cuando estaba bajo los efectos de las drogas. Recuerda que los jóvenes no tienen conciencia de su fragilidad.
- Expresa claramente tu opinión. Aunque te dé la impresión de que tu hijo no te hace caso, es importante que le dejes claro tu punto de vista. No temas que, por censurar su actitud, él decida hacer todo lo contrario, aunque hayas oído que los jóvenes se drogan por rebeldía. Eso es así, pero también se ha demostrado que un joven, cuando decide tomar alcohol, u otra droga, también considera en su toma de decisión: ‘¿Qué pensarían mis padres?’ Por eso, debes decirle sin vergüenza que las drogas le perjudican y, por tanto, que si las toma, tú vas a pasarlo mal porque le quieres y deseas evitarle todo aquello que le perjudica.
About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas
Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.
Autor: Comunicación Clínicas CITA