El Libro Grande, el texto básico de Alcohólicos Anónimos, recoge la carta de un médico que relata sus experiencias en el campo del tratamiento de las toxico-dependencias y el nacimiento del primer grupo de Alcohólicos Anónimos. Este es su relato:
‘Desde hace mucho tiempo los médicos nos hemos dado cuenta de que alguna forma de psicología moral era de apremiante importancia para el alcohólico pero que su aplicación presentaba dificultades fuera de nuestros conceptos.
Hace muchos años, uno de los colaboradores de este libro estuvo bajo nuestro cuidado en este hospital y, durante este tiempo adquirió ideas que inmediatamente llevó a la práctica.
Más adelante, solicitó permiso para contar su historia a otros pacientes y, con cierta desconfianza, se lo concedimos. Los casos que hemos observado en todo este tiempo han sido sumamente interesantes. La abnegación y su espíritu de comunidad, son algo realmente inspirador para quien ha trabajado fatigosamente en el terreno del alcoholismo. Creen en ellos mismos, pero mucho más en el Poder que los arranca de las garras de la muerte.
Naturalmente, el alcohólico necesita ser liberado de su anhelo imperioso por el alcohol y esto requiere, con frecuencia, un procedimiento definido de hospitalización para poder obtener el máximo de beneficios de medidas psicológicas.
Creemos, y así lo sugerimos hace unos años, que la acción del alcohol en estos alcohólicos crónicos es la manifestación de una alergia; que el fenómeno del deseo imperioso sólo se presenta en esta clase y nunca en la de los bebedores moderados comunes. Estos tipos alérgicos nunca pueden usar sin peligro el alcohol, cualquiera que sea la forma de éste. Cuando ya han adquirido el hábito y se han percatado de que no pueden liberarse de él, cuando ya han perdido la confianza en las cosas humanas y en ellos mismos, sus problemas se acumulan y se vuelven sorprendentemente difíciles de resolver.
Si hay algunos que creen que, como psiquiatras de un hospital para alcohólicos, parecemos algo sentimentales, les invitamos a que nos acompañen a la línea de fuego; que vean las tragedias; que la solución de este problema sea parte de su trabajo cotidiano, y aún el más escéptico no se sorprenderá de que hayamos aceptado y alentado este movimiento. Creemos, después de muchos años de experiencia, que no hemos encontrado nada que haya contribuido más a la rehabilitación de estos hombres que el movimiento altruista que se está desarrollando entre ellos.
Los hombres y las mujeres beben, esencialmente, porque les gusta el efecto que produce el alcohol. La sensación es tan evasiva que, aunque admiten lo dañino, no pueden después de algún tiempo discernir la diferencia entre lo verdadero y lo falso. Les parece que su vida alcohólica es la única normal. Están inquietos, irritables y descontentos hasta que no vuelven a experimentar la sensación de tranquilidad y bienestar que inmediatamente les produce apurar unas cuantas copas –copas que ven tomar a otros con impunidad. Después de haber vuelto a sucumbir al deseo imperioso, pasan por las tan bien conocidas etapas de la borrachera, emergiendo de ésta llenos de remordimientos y con la firme resolución de no volver a beber. Esto se repite una y otra vez, y a menos de que la persona pueda experimentar un cambio psíquico completo, hay muy pocas esperanzas de que se recupere.
Por otra parte, por extraño que parezca a quienes no lo entienden, una vez que ha ocurrido el cambio psíquico, la misma persona que parecía condenada a muerte, que tenía tantos problemas y se creía incapaz de resolverlos, repentinamente descubre que fácilmente puede controlar su deseo por el alcohol y que el único esfuerzo para ello es el de seguir unas sencillas normas.
Algunos individuos han acudido a mi, presas de la desesperación. Cuando se tiene que afrontar este problema, si el médico es sincero consigo mismo, a veces tiene que sentir su propia insuficiencia. A pesar de que dé todo lo que pueda dar, con frecuencia no es suficiente. Uno piensa que se necesita la intervención de algo más, aparte del poder humano, para que se produzca el cambio psíquico esencial. Aunque el conjunto de recuperaciones como resultado de esfuerzos psiquiátricos es considerable, los médicos tenemos que admitir que hemos hecho poca mella en el problema en su conjunto. Hay mucha gente que no responde al enfoque psicológico ordinario.
No estoy de acuerdo con los que creen que el alcoholismo es enteramente un problema de control mental (…) Hay muchas situaciones motivadas por el fenómeno del deseo imperioso y que impulsan a los hombres a consumar el sacrificio en lugar de seguir luchando.
La clasificación de los alcohólicos parece sumamente difícil (…) Todos los citados y muchos otros, tienen u síntoma en común; no pueden empezar a beber sin que se presente en ellos el fenómeno del deseo imperioso. Este fenómeno, como hemos sugerido, puede ser la manifestación de una alergia que distingue a esta gente de los demás y que la sitúa en un grupo distinto. Nunca ha sido posible erradicarlo con ninguno de los métodos conocidos. El único método que podemos sugerir es el de la abstinencia completa’
About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas
Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.
Autor: Comunicación Clínicas CITA
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