El potencial terapéutico del cannabis

Hemos leído que José Antonio Ramos, catedrático del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense y pionero del estudio de compuestos de la marihuana en España, ha comentado en una entrevista para el diario El País que, en realidad, fue el sexo quien nos llevó hasta la droga, ya que dentro del cerebro, la sustancia psicoactiva del cannabis tiene un comportamiento similar al estradiol, una hormona sexual femenina. Esta hormona funciona como una droga para el hombre y los machos de otras especies.

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En 1986, Ramos fundó el primer grupo científico de España especializado en el estudio de los llamados cannabinoides, los compuestos que contiene la marihuana. Ahora, su departamento investiga el desarrollo de fármacos, basados en el cannabis, para tratar la epilepsia infantil o tumores cerebrales muy agresivos.

Y otra noticia está vinculada a su nombre, ya que acaba de publicar Historias del cannabis, de Editorial Catarata, donde recoge sus recuerdos como científico y contesta a la pregunta de por qué Occidente ha esperado un siglo y medio para redescubrir las posibilidades médicas de la planta del cannabis: el estigma asociado a esta droga.

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    El hombre que trajo el cannabis a Europa como medicina se llamaba William Brooke O’Shaughanessy. En 1831 era un médico de la Compañía de las Indias Orientales y, en su contacto con la medicina tradicional de la India, tomó nota de las utilidades de los preparados de marihuana.

    O’Shaughanessy fue el primero en demostrar experimentalmente el fundamento fisiológico de algunas de esas aplicaciones, primero en animales y después en humanos.

    O’Shaughanessy trajo en 1841 ese conocimiento a Occidente y el uso terapéutico de la tintura de cannabis se extendió rápidamente por Europa y EE UU como analgésico, para facilitar el parto y también contra el cólera, entre otros beneficios.

    Pero a pesar de los evidentes efectos positivos, el uso del cannabis fue eliminado de la farmacopea británica en 1932. Diez años después lo fue de la de los EE UU y algo más tarde, de la hindú. La controversia existente en aquellos momentos sobre sus acciones alucinógenas había eclipsado sus posibles usos médicos.

    También contribuyó a su ostracismo la llegada de los opiáceos inyectables, que eran considerados más fáciles de usar y más efectivos.

    Cien años después, Occidente ha vuelto a usar la marihuana para fines médicos. Su uso ha venido en muchos casos impulsado por pacientes que sufren patologías graves, como el cáncer, que no responden a ningún fármaco conocido, y lo hacen en cambio a los cannabinoides.

    El cannabinoide más interesante es el cannabinidol, que no causa ningún efecto psicoactivo. Y los resultados han animado a algunas farmacéuticas a lanzarse al redescubrimiento de los compuestos de la marihuana como fármacos.

    En este sentido, el departamento de Ramos está impulsando una investigación sobre el uso de cannabinoides en el tratamiento de gliomas cerebrales y tumores de mama, aunque aún hay muchos obstáculos a la investigación médica de estos compuestos.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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