Hace una semana que ingrese en CITA, y la verdad es que aún ando un tanto confuso. Atravieso un cocktail de emociones, subidones y bajones. A momentos me encuentro fuerte, confiado, y seguro. Pero también tengo momentos en los que me aterroriza pensar que puedo perder todo lo que tengo por culpa de las drogas.
Supongo que eso es bueno. Le he visto los dientes al lobo. He aceptado mi problema. He asumido que necesito ayuda para solucionarlo. Y ahora estoy en manos de los terapeutas. Cada día intento ser más y más receptivo, y escucho los consejos y pautas de trabajo con disciplina de boina verde.
He notado un cambio positivo, al menos a nivel teórico. Ahora comprendo que hay que enfrentarse a las frustraciones, mirarlas de cara y trabajarlas en el momento en que se presentan ante mí. Soy consciente de que la clave es vivir el presente. El pasado ya fue y el futuro será lo que tenga que ser cuando sea presente. El presente es la clave.
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Tengo que reconocer que era muy escéptico hacia todo lo relacionado con la psicología y las terapias de grupo. Al mismo tiempo, me considero un fanático de la razón. Pero he de reconocer que esto funciona, que funciona de verdad. Sólo espero saber poner toda esa maravillosa teoría en práctica y adoptarla como una doctrina que se manifieste de manera natural.
Echo en falta a mi mujer, muchísimo. Pero soy fuerte porque sé que ésta, es la única manera, el único camino para volver a ser feliz a su lado. Para hacerla feliz. Para que yo sea feliz.
Sólo queda tener esperanza, seguir trabajando, ser constante y no perder de vista el pasado. Si recordamos de donde venimos, podremos evitar volver a ese triste lugar de nuevo.
Autor: Comunicación Clínicas CITA