La migraña es un dolor de cabeza más o menos periódico que afecta a la mitad del cráneo; a menudo la misma; a veces alternando, tan pronto a la izquierda, tan pronto a la derecha. Las migrañas suelen aparecer después de alguna contrariedad o un cambio del ritmo de vida; por ejemplo, sobrevienen en un periodo de reposo, como el fin de semana, o justo antes de la menstruación.
En medicina clásica, las migrañas se describen como ‘tormentas vasculares’, es decir, ‘la sangre se nos sube a la cabeza’: perdemos el control de una emoción que el cerebro ya no puede mantener a distancia, la emoción remonta e invade la cabeza.
Lo que en realidad da lugar a la migraña es el deseo de controlar la emoción, y suele ser el resultado de un sentimiento mezcla de inseguridad y miedo, sobre todo cuando la migraña se acompaña de dolores cervicales con contractura de los trapecios (se trata siempre de mantener el tipo, de aguantar).
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La contractura muscular también puede ser la expresión de un deseo contenido, de un proyecto contrariado o de una emoción retenida, como la cólera, por ejemplo. En las migrañas de origen biliar, física y simbólicamente hablando, el dolor de cabeza puede ir acompañado de trastornos visuales, que traducen la dificultad de ver claro a través de una emoción. En cuanto a los vómitos, son una manera de rechazar la superabundancia emocional.
El dolor de cabeza es como una emoción que tratamos de controlar y que finalmente nos desborda. Algunos autores opinan que la migraña resulta de una especie de culpabilidad frente al reposo o al placer –por ejemplo, cuando se produce regularmente durante los fines de semana- y que las migrañas premenstruales expresan un rechazo de la condición femenina.
Pero también se pueden decir las cosas de otra manera. Lo que desencadena ese tipo de migraña periódica es una pérdida de ritmo, una pérdida de la facultad de adaptación a la alternancia actividad y reposo, día y noche. Pueden producirse, por ejemplo, cuando nos implicamos demasiado en una actividad y descuidamos el descanso y la actividad acaba por atenazarnos la cabeza. Una vez más, lo que está en juego es el deseo de control. La migraña de fin de semana puede expresar lo mucho que a uno le cuesta soltar aquello que le preocupa.
Autor: Comunicación Clínicas CITA