Aunque el tabaco ha sido un artículo de comercio durante cientos de años, comenzó a ser una sustancia adictiva importante sólo a partir del siglo pasado. Pipa, puro, rapé y tabaco mascado eran los vehículos principales de la autoadministración de nicotina desde el siglo XV, en que comenzó la importación de tabaco de América, hasta la segunda década del siglo XX. A partir de entonces, varios avances tecnológicos abrieron el camino a la popularización del cigarrillo.
Primero, una nueva manera de secar el tabaco hizo el humo menos irritable para las vías respiratorias, de modo que la inhalación se hizo tolerable. En segundo lugar, la mecanización de la producción de cigarrillos en 1880, aumentó de un modo considerable la capacidad productiva, generando un incentivo para ampliar el mercado. Tercero, las cerillas, inventadas a medianos del siglo XIX y producidas masivamente hacia finales de aquel siglo, contribuyeron al éxito de la difusión del cigarrillo. Cuarto, se estaban perfeccionando nuevas técnicas de publicidad que pronto fueron aplicadas a este artículo; y, aunque fumar no estaba bien visto, las mujeres se incorporaron al consumo de cigarrillos doblando de este modo el mercado potencial.
¿Y cuál es la naturaleza de la adicción a la nicotina? La técnica de inhalación profunda, característica del fumador de cigarrillos, cambió el carácter de la adicción y alteró dramáticamente sus consecuencias para la salud.
Alrededor del 1% del peso de la hoja de tabaco es nicotina. Si toda la nicotina de un simple cigarrillo fuese absorbida por el cuerpo, sería muy tóxica o incluso letal. Los fumadores de cigarros y de pipa normalmente no inhalan y la nicotina se absorbe a través de las membranas de las mucosas de la boca. Los fumadores de cigarrillos, por otra parte, normalmente inhalan profundamente y retienen el humo en los pulmones antes de exhalarlo.
Para que la droga llegue a los receptores del cerebro por el recorrido de la inhalación, han de coincidir varios requisitos fundamentales. La droga ha de ser un gas, o si ha de fumar debe ser transportada de un modo eficaz en las partículas de humo sin ser destruidas a alta temperatura. Después de la inhalación, debe cruzar los tabiques que separan los alveolos pulmonares de la sangre que pasa por ellos, de manera que pueda ser llevada por la sangre hasta el cerebro. Y, por último, debe poder cruzar por la red de finas arterias del cerebro y en el tejido cerebral para poder llegar a las neuronas que poseen los receptores.
Las drogas administradas por inhalación actúan más rápidamente porque cada respiración llena los alvéolos pulmonares con una nueva provisión de droga, que pasa a la sangre antes de que el aire sea exhalado. Una red de finos capilares rodea cada pequeño alvéolo pulmonar. Toda la sangre del organismo pasa a través de los pulmones, alrededor de seis litros cada minuto. Desde los pulmones, toda la sangre va directamente al lado izquierdo del corazón, y desde allí, tal como se bombea, una cierta cantidad va al cerebro. En consecuencia, en pocos segundos la sangre que deja los pulmones llega al cerebro llevando droga en gran cantidad. El cerebro se inunda con una nueva entrada de droga inmediatamente después de cada inhalación.
Si una droga se fuma y su efecto en el cerebro es placentero, cada bocanada producirá satisfacción inmediata en un inconfundible modo causa-efecto, reforzando el comportamiento del fumador.
Un rasgo importante de la inhalación es su control. Puesto que la droga alcanza el cerebro en momentos puntuales, el fumador puede usar el efecto psicotrópico para regular la cantidad de entrada de droga. Para más efecto, el consumidor toma más profundas o más frecuentes bocanadas. Si se aproxima a una concentración tóxica, el consumidor simplemente parará de fumar o fumará menos. De este modo, la gran ventaja de la autoadministración fumada es que pueden evitarse sobredosis peligrosas.
La nicotina se metaboliza con bastante rapidez, desapareciendo del cuerpo en pocas horas. Por eso el adicto comienza el día con un nivel residual muy bajo en la sangre y en el cerebro, es decir, en estado de abstinencia. Y el primer cigarrillo de la mañana tiene un poderoso efecto porque trae alivio al malestar de la abstinencia. Más tarde, cada cigarrillo producirá un incremento brusco en la concentración de la nicotina en la sangre.WhatsAppFacebookTwitterPinterestCompartir
Autor: Comunicación Clínicas CITA