Los efectos psicológicos de la ibogaína

Tanto la experiencia con la planta de la iboga y/o sus extractos, como con la ibogaína, los efectos empiezan a aparecer de manera gradual en la primera hora tras la ingesta por vía oral, notándose por un zumbido en los oídos que anuncia la aparición de las primeras modificaciones en la percepción visual y de las sensaciones corporales. Pueden producirse dificultades en la coordinación, por lo que el iniciado suele permanecer tumbado.

 

Efectos visionarios del Iboga

 

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    Durante la segunda fase, usualmente llamada de ‘sueño despierto’, pueden aparecer alucinaciones, cambios en las emociones y modificaciones de la percepción corporal y del sentido del tiempo y del espacio. En esta fase visionaria, pueden recorrerse paisajes nunca vistos por el iniciado, escuchar tambores y ritmos africanos con connotaciones primitivas, ver animales o personas fallecidas que parecen vivas y se le aproximan al individuo para transmitirle mensajes, sobrevolar ciudades, océanos o bosques, viajar por el ADN o el cerebro, ver objetos llenos de colorido, etc. Estos efectos ocurren con los ojos cerrados y las visiones desaparecen si estos se abren. Es habitual tener visiones de escenas provenientes de recuerdos pasados de tipo autobiográfico. Las imágenes que se aparecen suelen ser proyecciones conceptuales relacionadas con la vida de la persona y cargadas de significado.

    La tercera parte, conocida como ‘fase de introspección cognitiva profunda’, se prolonga en las 8-36 horas siguientes tras haber ingerido la droga y se tiene la sensación de que el cuerpo está dormido mientras el ‘espíritu’ se mantiene despierto. En esta fase, se produce una evaluación intelectual respecto a los eventos pasados y a las decisiones tomadas entonces, descubriendo la persona nuevas soluciones diferentes a las tomadas en el pasado, un arrepentimiento profundo por las acciones realizadas hacia otros y la convicción clara de que lo pasado es inmodificable y que el futuro se presenta para hacer mejor las cosas. Es habitual también que se reduzca la necesidad de dormir durante los días posteriores a la sesión.

    En los casos de tratamiento de toxicomanías, hay un claro efecto fisiológico de la reducción del deseo de consumo, los efectos psicológicos que induce la ibogaína pueden ser claves a la hora de decisiones que tomen los pacientes de cara a tratar de solucionar en el futuro su problema y a elegir estrategias psicológicas de cara a prevenir las recaídas.

    Riesgos de la Ibogaína

     

    Si bien la mayoría de las personas toleran bien los efectos y la experiencia es enriquecedora, se han documentado casos de reacciones adversas psicológicas, por lo que las personas con trastornos mentales graves deben comunicarlo antes de querer emprender esta experiencia. La experiencia con iboga, igual que con la ayahuasca, tiene un uso recreativo muy limitado, por lo que quien tenga intención de tomarla debe pensar en que va a realizar más un trabajo personal intenso que no una experiencia meramente placentera. La ibogaína se diferencia de otros alucinógenos en que, además de los riesgos psicológicos intrínsecos a los mismos, tiene un perfil de efectos secundarios somáticos de más riesgo que el de los psicodélicos clásicos.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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