Los origines del tabaquismo
A causa del efecto embriagador del tabaco, esta nueva droga fue en un primer momento mal vista por la autoridad. El puerto de Barcelona fue uno de los lugares donde se vio fumar por primera vez tabaco en Europa.
El rey Jacobo I de Inglaterra prohibió el tabaco en 1604 porque ‘su humo evoca un infierno insufrible’. Otros reyes nórdicos opinaban igual: Gustavo Adolfo III de Suecia opinaba que ‘no hay nada tan abominable es este mundo como este humo, excepto la lengua alemana’
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En Oriente, los primeros fumadores fueron objeto de una persecución particularmente salvaje: en el Imperio Otomano eran conducidos al cadalso. En Irán, a unos comerciantes de tabaco se les cortó públicamente la nariz en 1610, procedimiento definitivo que evitaba que pudieran volver a aspirar rapé. En Rusia, un zar ordenó la tortura de los fumadores hasta que denunciasen al proveedor y que se les cortase la nariz a los dos; los reincidentes eran azotados o condenados a muerte. Los mercaderes propagaron el tabaco con tanta rapidez que, en China se empezó a fumar poco tiempo después que en Europa, a pesar de que también allí, su carácter subversivo de los valores tradicionales le costó la cabeza a más de uno.
En tierras cristianas, el Papa Urbano VIII excomulgaba, hacia 1642, a quien fumaba cerca de los templos.
Pero a pesar de las prohibiciones o quizás estimulado por ellas, el tabaco se extendió de tal manera que en el siglo XVII ya se consumía en todas partes, ya fuese en pipa, masticado, en cigarro o esnifado en polvo. De este modo, el tabaco se fue popularizando por el viejo continente, no como medicina sino por sus propiedades embriagadoras y narcóticas.
Autor: Comunicación Clínicas CITA