Llegué un 4 de agosto, destrozada, sin presente y con demasiadas mochilas cargadas a mi espalda. El día que entré en CITA no sentía esperanza, ni fe, ni ganas de vivir, tan sólo un enorme vacío lleno de oscuridad.
Llegué hundida y con el sistema nervioso enervado, convencida de que entraba en una especie de prisión para desechos sociales como yo, desconfiada con el mundo entero y escéptica ante la perspectiva de una recuperación de la adicción que sufría. Nunca mejor dicho: que sufría y que junto a mi sufrían aquellos que me quieren y que me han padecido en mis horas más bajas.
Poco a poco, y gracias a la ayuda de los profesionales que me han atendido (Anaïs, Elisa, Mari Carmen, Cari, Lluís, Juanjo… y todos los demás) he empezado a reencontrarme con la personita que llevo dentro, esa que me hace plantearme la vida con gran ilusión, espontaneidad y ganas de vivir y soñar. Y lo más curioso, sin esa maldita lacra que ha sido mi compañera inseparable en los últimos años y que no me ha dejado descansar ni un instante: mi adicción al alcohol.
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En este periodo de tiempo que he estado en tratamiento he sido consciente de como mi alcoholismo iba dejando paso a mis sentimientos, mi intuición y mi yo oculto. Me he dado cuenta, gracias a las terapias y a mi esfuerzo, que la vida no está muerta, que hay un presente que disfrutar, que puede haber un buen futuro para mí y para los que me rodean, que tengo fuerza para hacer frente a las vicisitudes y a los retos.
Por esto y por muchas cosas más, doy gracias a todos los profesionales con los que he tenido la gran suerte de poder desarrollar este trabajo diario que me ha llevado al estado de bienestar y paz en el que me encuentro. Agradezco igualmente su apoyo a todos los compañeros que han compartido este camino conmigo porque me han dado nuevas percepciones y me han ayudado en momentos complicados. Y estoy agradecida también a todos los empleados de CITA por su atención, su cariño y toda la armonía que me han dado. Espero seguir teniendo en el futuro su ayuda, su cariño y su comprensión para poder seguir un camino lleno de esperanza y plenitud.
Muchas gracias a todos por lo que me habéis dado y me seguiréis aportando.
Autor: Comunicación Clínicas CITA