A pesar de que A. aparentemente lo tiene todo (familia, hijos, trabajo) no es feliz; de hecho, nunca lo ha sido del todo. Siempre ha tenido la sensación de que le faltaba algo, de que tenía un vacío, que intentaba llenar haciendo todo lo que “tocaba” hacer en cada momento de su vida y haciéndolo de la mejor manera posible: siendo muy exigente con ella misma y con los demás.
Con el tiempo, los problemas afectivos y laborales que había tenido y que no había sabido gestionar fueron empeorando. Y ella, en vez de buscar la ayuda de los suyos, de quienes realmente podían ayudarle a cambiar las cosas, fue distanciándose de ellos y sintiéndose cada vez más sola, hasta el punto de sentir que la suya era una vida llena de dificultades y con poco amor.
Poco a poco, sin darse cuenta, y como la única forma que encontró para poder sostenerse, A. acabó desarrollando un alcoholismo.
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Tras un ingreso en una comunidad terapéutica, pudo darse cuenta de que ella tenía mucho que ver con lo que le pasaba y que otra forma de afrontar las cosas era posible.
A. marchó de la comunidad con el alta voluntaria, un poco antes de que le dieran el alta terapéutica recomendada. Sentía que se encontraba bien, que había hecho un buen trabajo y acordó realizar visitas de control semanales. Así lo hizo, pero, al poco tiempo, volvió a encontrarse con los mismos problemas con los que antes había topado. Pudo ir tratándolos en las visitas e ir trabajando aquellos aspectos personales de dificultad que había identificado durante su tiempo de ingreso, pero que aún no había cambiado. Al poco, volvió a caer en su repetición, en su bucle: sólo era capaz de ver los problemas y empezó a aislarse y a sentir lástima de sí misma. Sin darse cuenta, volvía a idealizar el consumo y sólo tenía en la cabeza los motivos para consumir.
Planeó una recaída con la fantasía de que se trataría de algo puntual que podría controlar. Pero no fue así. Pasado un tiempo, ese “no decir” durante las visitas de control ambulatorio pasó a convertirse en un no asistir a las visitas, el consumo puntual pasó a ser un consumo abusivo, regresaron y se incrementaron la autocrítica y la culpa, y se atormentó por los errores del pasado pensando que era un caso perdido…
Autor: Comunicación Clínicas CITA