Puede que haya sido un gran viaje

El pasado fin de semana fui a Ibiza. Tenía mucha incertidumbre acerca de cómo me sentiría y cómo me recibirían. Antes de viajar me encontraba un poco agobiado, pero animado y feliz de poder volver a casa. Esta incertidumbre acabó al llegar al aeropuerto. Mi padre me estaba esperando y sentí la felicidad que irradiaba cuando me abrazó efusivamente. También, como siempre, empecé a notar esa energía positiva que transmite la isla, una energía que hace del aburrimiento alegría y de la apatía ilusión.

Lo que pensaba que sería un viaje aburrido y agobiante se convirtió en un sueño lleno de sensaciones que hacía tiempo que no sentía. Tan animados eran los días que, a las 11 de la noche, caía rendido en la cama que mi madre me preparaba con tanto cariño.

Recibí tanto cariño, tantos ánimos, tantos piropos, que caí en el gran error de despreocuparme y no tuve la fuerza de voluntad de no respetar mis límites.

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    Enseguida me vino a la cabeza la idea de ocultarlo, ya que no quería darle importancia, pero sabía que si no tenía el coraje de decir la verdad me engañaba a mi mismo. Y estoy ya muy cansado de hacerlo.

    A partir del momento en que lo reconocí, me quité un gran peso de encima y empecé a tomar mi proceso desde otra óptica.

    Puede que haya sido un gran viaje.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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