¿Son útiles las campañas de prevención sanitaria?

El tratamiento de adicciones es una labor que no termina en un centro, sino que empieza siempre en la concienciación. Cabe recordar que, para CITA las sustancias, las adicciones, son la muestra de un problema subyacente, de un problema que existe y que hay que considerar más allá de la sustancia que lo cause. Dicho de otra forma, toda adicción revela un problema, un agujero que hay que colmar para que el tratamiento de la misma no se limite a una desintoxicación del cuerpo, sino una deshabituación de la adicción, que sea verdaderamente duradera.

Hace unos días, el diario El País reflexionaba en un artículo sobre la eficacia de las distintas campañas sanitarias desarrolladas en los últimos años para concienciar a los ciudadanos sobre los riesgos de determinadas conductas consideradas insalubres y para introducir pautas de conducta positivas. Con este fin, el diario consultaba a expertos y responsables de salud de diversos ámbitos su opinión acerca de la incidencia de estas iniciativas gubernamentales y privadas.

Aunque no sea posible establecer unas consideracions concluyentes acerca de la necesidad y grado de utilidad de las campañas de prevención, dadas las complejas variables que intervienen en la valoración de los resultados, aportamos aquí un extracto de las opiniones publicadas por su evidente interés y porque ofrecen algunas claves para la orientación que debe tener una campaña de prevención de riesgos.

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    Según algunos expertos consultados, el número de nuevos infectados de VIH empezó a bajar en relación directa con la extensión de los tratamientos y no con las campañas preventivas realizadas. Otro fenómeno sorprendente ha ocurrido en el ámbito de las drogas: después de años de campañas sobre su uso, parece que la actual tendencia es evitar el ámbito mafioso que las trafica y abrir la mano a una dispensación más segura. En cuanto al tabaco, a pesar de las reiterades campañas apelando a la salud de los usuarios, su consumo no ha empezado a disminuir hasta que se han aplicado restricciones a su uso. Por este motivo, los expertos se preguntan: ¿Para qué sirven, cuándo hacerlas y cuáles son los límites de las campañas para promover hábitos saludables?

    María Neira, directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cree que, en referencia al comportamiento individual, esas campañas suelen fallar y funcionan muy poco. Según esta experta, hay un amplio repertorio de comportamientos que no es fácil cambiar. Y hace referencia al cáncer de piel, que causa 60.000 muertos al año y va en aumento, pero ante el que hay poca sensibilidad  por la tendencia de la gente a seguir la moda de estar moreno. También hace mención de la automedicación con antibióticos, concluyendo que lo que hace falta es un cambio social: “Cuando esté mal visto beber en público, como ya empieza a pasar con el tabaco, estaremos más cerca de acabar con el alcoholismo. Pero tiene que haber un cambio general, campañas muy agresivas y un factor que empuje. O medidas legislativas”

    Por su parte,  Ángel Gil, experto en Salud Pública, argumenta que, en el caso del tabaquismo, el éxito no ha sido de las campañas, sino de la ley, aunque defiende que en algunos casos las campañas cumplen un papel necesario. Su opinión es que, por ejemplo, en el caso del sida, las campañas  tuvieron mucho sentido al principio, cuando no había tratamiento, aunque al final ha sido la medicación la herramienta definitiva.

    Pongamos otro ejemplo: uno de los casos de mayor éxito es la reducción de las muertes en accidentes de tráfico. En España, la evolución ha sido espectacular, con nueve años de descenso, aunque, según los expertos consultados,  en este caso concreto han intervenido muchos factores, como la mejoría de las carreteras y de los coches, y que la asistencia sanitaria es ahora mucho más rápida.  Sin embargo, la DGT está convencida de que las campañas son muy útiles. Por este motivo se siguen haciendo desde 1960 y su coste actual es de 10 millones de euros al año. Sobre todo, argumentan, son más eficaces desde 1992, cuando se empezaron a utilizar imágenes realistas, recreaciones de accidentes en una línea más dura.

    Sin embargo, seguro que tuvo mucho que ver con la bajada de la siniestrallidad la entrada en vigor en 2006 del carnet por puntos, y también la creación, antes de esta aplicación, de una Fiscalía Especial de Seguridad Vial que consiguió que las multas se hicieran efectivas y aplicó sanciones de retirada del carnet.

    Un nuevo ejemplo: se hicieron muchas campañas sobre la conveniencia de usar el cinturón de seguridad pero, hasta que el consejo no derivó en medida sancionadora e implicó una pérdida de puntos, no se usó. Según Angel Gil, las campañas de tráfico son muy generales, no han ido destinadas a públicos específicos. La gente, sobre todo los jóvenes, cuando coge el coche no piensa en que puede resultar herido de gravedad, lo que teme es la multa o que le quiten los puntos o pierda el carnet.

    El cambio de percepción no implica que se vayan a modificar los comportamientos, añade otro experto publicitario: “Es tan falso que una campaña cambie los hábitos a corto plazo como que no ayuden a hacerlo a largo plazo. No se pretende un cambio de un mes para otro, sino de una década para otra”.

    Y, como contraste, los expertos ponen de manifiesto el consumo de drogas, que en España no baja, pese a todos los esfuerzos dedicados en uno y otro sentido. Otras iniciativa sanitaria que no acaba de funcionar es la prevención de la obesidad. Gemma Miranda, dietista especializada en salud pública, pone el énfasis en uno de los grandes fracasos, que es la lucha contra la obesidad. Todos saben qué se debe comer, pero el sobrepeso aumenta. Esta especialista cree que hay que gastarse dinero en prevención, que hay que hacer campañas intensivas, informativas, con pocos mensajes y claros, y por todas partes.

    Finalmente, en lo que los expertos coinciden es en la combinación de leyes e iniciativas publicitarias, es decir,  la multiplicidad del abordaje. Porque, aunque la utilidad de las campañas pueda sembrar alguna duda,  ¿podemos asumir el riesgo de dejar de hacerlas?

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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