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La mayoría de los fumadores se enganchan debido a la influencia de sus amigos y familiares fumadores.

Si tratas de escapar de la trampa pero no dejas de volver a caer en ella una y otra vez, el momento en el que regresas suele estar vinculado con una crisis y con la inevitable buena intención de un fumador dispuesto a confortarte con un cigarrillo.

Los fumadores enganchan a otra gente al propagar el mito de que fumar es agradable, y no se paran ahí. Algunos exfumadores se ven fascinados por la idea de un cigarrillo y un amigo fumador que selo proporciona, pero no ven la advertencia: ‘Vas a volver a engancharte’

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Todos los fumadores mienten

‘Nunca voy a comprar’, afirma el exfumador reincidente. Mientras tanto, el fumador disfruta en secreto del hecho de que su amigo necesite un cigarrillo porque le hace sentirse menos estúpido sobre su propia adicción.

A veces, el ‘incitador’ se empeña en proporcionar cigarrillos a su amigo y luego llega el lamentable momento en que el exfumador (que unos días antes se sentía libre de las garras del cigarrillo) tiene la opción de escapar o de comprar un paquete y sentirse humillado delante de su familia y amigos. El resultado es inevitable. Tratará de mtigar sus sentimientos de humillación con la excusa de que sólo ha comprado el paquete para devolver los cigarrillos que le habían ofrecido, pero es obvio que, de hecho, ha vuelto a caer en la trampa.

Todos los fumadores mienten. No sólo se mienten a sí mismos, también a los demás. Y es así porque ¡tienen que hacerlo! Ya es suficientemente malo ser un fumador y cerrar nuestra mente al veneno, a la tos, al carraspeo, a la esclavitud y a la humillación. Si tenemos que enfrentarnos a ello, la pesadilla será increíble. Al final terminamos creyendo nuestras propias mentiras y las del resto de fumadores.

About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

doctor

Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

Autor: Comunicación Clínicas CITA