El llamado ‘turismo de borrachera’, basado en viajes baratos y juergas descontroladas, se ha consolidado en los últimos años sobre todo en las zonas del levante español. Se trata de un turismo pensado para jóvenes extranjeros, sobre todo ingleses y alemanes, que aprovechan ofertas baratas para viajar a España buscando sólo la borrachera y el descontrol. El resultado es de sobras conocido: la peligrosa práctica de saltar de un balcón a otro que en algunos casos acaba con la muerte, felaciones a cambio de bebida, comas etílicos, problemas de orden público, suciedad, ruido, quejas vecinales…
Se trata además de un turismo que no todos los profesionales del sector avalan. Para algunos empresarios, este modelo de turismo no les interesa porque ahuyenta a otros segmentos dispuestos a pagar más y defienden que cambiar este modelo de negocio y turismo exige orden público e inspecciones en las discotecas, aunque son conscientes de que hay quien teme perder un segmento de clientes y que muchas veces son los propios padres quienes contratan este tipo de viajes para sus hijos.
Sin embargo, están seguros de que un cambio en profundidad de este modelo comercial beneficiaría a toda la zona porque un negocio funciona cuando se crea una buena marca y, en cambio, con una marca negativa castigas a todos los sectores de una zona.
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Aunque hacer este cambio no va a ser tarea fácil, si consideramos que en esos destinos los jóvenes se encuentran con que está todo abierto hasta muy tarde, que el precio del alcohol es muchísimo más barato que en sus países y que en este contexto funciona muy bien el boca-oreja. Además, este tipo de negocio tiene la ventaja de que, a corto plazo, da muchos beneficios. Ese es, precisamente, el argumento que esgrimen los defensores de este modelo vigente: su impacto económico es grande y en ocasiones ayuda a desestacionalizar la temporada. Es el caso del célebre ‘Saloufest’, en Salou (Tarragona), donde antes y después de Semana Santa llegan cientos de jóvenes que dejan en la población unos cinco millones de euros. Sin embargo, a medio plazo, el tipo de turismo que se acaba atrayendo es muy frugal, gasta poco, consume una serie de recursos baratos y no aporta la riqueza de otros segmentos turísticos. De hecho, el turismo de borrachera se carga la principal bondad del turismo de calidad: la transmisión de la cultura y de los valores.
Autor: Comunicación Clínicas CITA