Hoy queremos traer un fragmento de un libro Yo no valgo menos, una propuesta literaria subtitulada (ahí es nada) “sugerencias cognitivo-humanistas para afrontar la culpa y la vergüenza”.
En un centro de desintoxicación sabemos bien que ambos sentimientos, la culpa y la vergüenza, forman parte del equipaje con el que muchos entran por las puertas de CITA. Por eso queremos brindarle este texto sobre todo a ellos
Yo no valgo menos
“Porque realmente estoy convencida de que valgo menos que tú, seas como seas, porque siempre te veré “menos mala” que yo, menos “defectuosa”, menos “torpe”, más “sensata”, etc., porque siempre encuentro un mar de defectos en mí cada vez que intento pensar en positivo.
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Hasta hace poco, no era consciente de hasta qué punto ME INFRAVALORO y critico MACHACONAMENTE en el día a día. Hasta hace poco, ni siquiera me daba cuenta de que el 90% del día me siento simplemente “mal”, “no válida”, lo que hace que me vuelque en conseguir el afecto y atención de quien tenga delante o, al menos, no defraudarle u ofenderle exponiéndole mi punto de vista o apetencias si éstas no coinciden con su punto de vista. Si lo hago, pago el precio de sentirme fatal. Y el 10% restante del día lo paso de mal humor, triste y con ataques internos y externos de agresividad, supongo que por la frustración de no ser yo misma y no poder hacer lo que quiero y deseo el 90% restante del día, y por no saber o no conocer otra forma de pensar y comportarme.
Desde que tengo uso de razón, todo lo que hacía iba acompañado de críticas constantes e insistentes. Daba igual cómo lo hiciera o dijera, siempre había algo que corregir. Las críticas solían ser bastante destructivas, aunque en aquel momento no fuera consciente de ello. Todo eran sermones moralizantes. De hecho, vivía en una moralidad rígida y poco realista que no tenía en cuenta que toda persona necesita crecer en un entorno de ACEPTACIÓN Y CONFIANZA. Amenazas, castigos, reproches que hoy en día muchos podrían ver como “normales” para educar a un niño, en mi caso eran continuos y teñidos de “lo hago por tu bien” o “te estoy educando”. Hoy en día, puedo decir que no sé lo que es un amor incondicional de una madre. No recuerdo haberme sentido aceptada tal cual soy yo, con mis defectos y mis imperfecciones.
Sin embargo, sí veo a mi alrededor a todo el mundo que se quiere, incluso con sus defectos.
Mis defectos, mis errores, todo ese lado negativo en mí lo encuentro MUCHO MÁS TERRIBLE y MUCHÍSIMO MENOS PERDONABLE que el de la persona que tengo enfrente.
De pequeña, no me perdonaban una, ni siquiera me perdonaban a veces las conductas correctas, y ahora yo no me las perdono a mí misma.
¿Has tenido alguna vez la sensación de darle vueltas a todo lo que haces o dices para buscar dónde lo has hecho mal, dónde has metido la pata? Pues es una sensación que al menos hoy soy capaz de detectar. Y, por supuesto, casi siempre encuentro algo de lo que arrepentirme, algo que no tenía que haber expresado, o alguna forma equivocada de decir o hacer algo.
Por otro lado, parece como si todos mis “terribles defectos” fueran transparentes, como si estuvieran a la vista de los demás para ser constantemente detectados. La sensación es que la persona que tienes enfrente te está EVALUANDO y de ella depende tu valía. Por eso son tan importantes sus reacciones, sus palabras, sus gestos. Y ASÍ MI ESTADO DE ÁNIMO DEPENDE DEL OTRO, NO DE MÍ, COMO SI CUALQUIERA PUDIERA METER LA MANO EN MI INTERIOR Y REVOLVER A SU ANTOJO, como si fuera una tinaja que se llenara o vaciara según la evaluación del otro. Y por supuesto, la persona que tengo delante de mí NI SE IMAGINA todo lo que pasa por mi mente.
Simplemente, haga lo que haga, no me gusto, no me acepto, porque nunca he vivido que me acepten y quieran como soy, ni siquiera sé cómo se siente uno en ese caso. Desconozco ese sentimiento. En realidad, el resto de sentimientos para mí no “existen”, es decir, están ahí, pero hasta hace poco sólo eran sensaciones “malas” que no tenía que tener, que no tenía que sentir. Si, por ejemplo, tenía un sentimiento de rabia o de tristeza era porque algo no estaba bien en mí.
Nadie me ha explicado nunca qué son los sentimientos, pero sí me han enseñado a reprimirlos, a echarlos a un lado. Si lloraba, me decían que no tenía derecho ni motivo alguno para hacerlo. En muchos casos, por tanto, me sentía “mala”, “egoísta” por hacerlo. Todo el universo real de los sentimientos no se me descubrió en la educación y ahora son sólo indicativos de mi poca valía.
Tengo una sensación de ir por el mundo sobreviviendo más que disfrutando de la vida. LA VIDA ME LLEVA PORQUE TIENE QUE SER ASÍ, NO PORQUE YO LA CONTROLE O DISFRUTE. Las amistades son un lujo que yo no me merezco, por ser como soy, por valer menos que tú. ¿Quién podría aguantarme? Mejor no tener que sentirte rechazada. Todavía resuenan en mi cabeza frases del tipo: “No hay quien te aguante”, “Si sigues así te va a ir muy mal en la vida”, “¡Me tenéis harta, no os aguanto más!”. Si la persona que se supone que más te quiere y te acepta, no te soporta y te critica constantemente, cuánto menos te aguantarán las otras personas.
Cuando TAMPOCO TE DESTACAN lo bueno que hay en ti, el resultado es valía cero. Los refuerzos positivos son esenciales para el desarrollo del niño, leería más tarde, pues es triste reconocer que no recuerdo palabras bonitas de amor o aceptación por parte de mi madre, como si hubiera que ser muy buena para conseguirlas… Pero nunca llegaron…
Por todo esto, siento que valgo menos que tú… Porque pienso que no me lo merezco, aunque el amor me llegue ahora por parte de otra persona, porque YA ME GRABARON A FUEGO lo poco que valía y lo mucho que tenía que hacer para conseguir “valer”.
Espero que ahora me entiendas mejor porque, para mí, ya sabes… es importante lo que pienses.
Olga Castanyer: “Yo no valgo menos”
Clínicas CITA para el tratamiento de adicciones
CITA es un centro de desintoxicación situado en Dosrius (a treinta minutos de Barcelona) que cuenta también con una sede en la ciudad condal para el tratamiento ambulatorio. Nuestro centro cuenta con tres clínicas distintas que nos permiten adaptarnos a las necesidades de nuestros pacientes, en todas ellas, sin embargo, se practica un único método de trabajo, cuya efectividad está acreditado por la elevadísima tasa de satisfacción de nuestros clientes. En nuestras instalaciones de Dosrius (a 30 min de Barcelona) y de la propia ciudad de Barcelona más de setenta profesionales forman la plantilla de uno de los centros de referencia en España y en Europa para el tratamiento de adicciones. Si quieres saber más sobre nosotros puedes visitar la página web de CITA. Si tienes alguna consulta concreta, puedes contactar con nosotros en el formulario de contacto o en los números de teléfono 93 791 80 80y 93 791 80 08
Autor: Comunicación Clínicas CITA