Ante la Ley (Cuento terapéutico)

En el umbral de la Ley, custodiada por un vigía imponente, un hombre humilde del campo llega con una petición: desea entrar. Pero el guardián, firme y enigmático, le niega el acceso en ese momento. «Es posible… pero no ahora», responde.

Así comienza una espera que se extiende por años, décadas, una vida entera. ¿Qué secretos esconde esta puerta abierta? ¿Por qué el hombre, a pesar de su insistencia, nunca logra cruzar? Este relato, profundamente simbólico, nos invita a reflexionar sobre la justicia, la paciencia y el destino.

La Puerta Abierta y el Primer Rechazo

El campesino, convencido de que la Ley debe ser accesible para todos, se sorprende al ser rechazado. La puerta está abierta, pero el guardián —un hombre de aspecto intimidante, con una capa de piel, nariz aguda y barba desaliñada— le advierte:

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    «Fíjate bien: soy poderoso, pero solo soy el primero de muchos guardianes. Detrás de mí hay otros más fuertes, y el tercero es tan temible que ni yo mismo puedo soportar su presencia.»

    Ante esta advertencia, el hombre duda. Podría intentar pasar por la fuerza, pero algo en la mirada del guardián lo detiene. En lugar de insistir, decide esperar.

    la ley

    Los Años de Espera y los Intentos Fallidos

    El guardián, casi por compasión, le ofrece un banco para que se siente. Día tras día, el campesino aguarda, preguntando una y otra vez si ya puede entrar. El guardián responde con evasivas, a veces interrogándolo sobre su vida, pero siempre concluye con lo mismo: «No puede ser… todavía no.»

    Con el tiempo, el hombre agota todos sus recursos. Usa sus pertenencias para sobornar al guardián, quien las acepta, pero no por corrupción, sino para que el campesino no sienta que dejó algo sin intentar. «Las tomo solo para que no creas que omitiste algún esfuerzo», le explica.

    La Obsesión y el Olvido

    A medida que pasan los años, el hombre se obsesiona. Ya no ve más allá del guardián; en su mente, este es el único obstáculo entre él y la Ley. En su juventud, maldice su suerte; en la vejez, solo murmura quejas. Sus ojos se debilitan, y ya no distingue si la oscuridad viene de su ceguera o del mundo mismo. Solo percibe un tenue resplandor que emana de la puerta.

    La Última Pregunta

    En sus últimos momentos, con la muerte acercándose, el hombre recuerda una pregunta que nunca hizo. Con dificultad, llama al guardián, quien debe inclinarse para escucharlo.

    «Todos buscan la Ley», susurra el moribundo. «¿Cómo es posible que en todos estos años, solo yo haya intentado entrar?»

    El guardián, al ver que el hombre está a punto de morir, le grita la verdad:

    «Nadie más quiso entrar porque esta puerta era solo para ti. Ahora… voy a cerrarla.»

    Reflexiones Finales: ¿Qué Significa Este Cuento?

    Esta historia, atribuida a Franz Kafka, ha sido interpretada de muchas formas:

    • La Ley como un sistema inaccesible: A veces, las instituciones parecen diseñadas para mantener a las personas fuera, incluso cuando la puerta está «abierta».

    • La espera como una trampa: El hombre podría haber intentado pasar, pero su sumisión lo condena a una vida de espera inútil.

    • El destino personal: La puerta era solo para él, pero nunca lo supo hasta que fue demasiado tarde.

    ¿Habrías esperado tanto? ¿O hubieras buscado otra entrada? Este cuento nos desafía a cuestionar las reglas, la paciencia y las oportunidades que dejamos pasar.

    Si te gustó esta reinterpretación, compártela y déjanos tu opinión: ¿qué crees que realmente significaba la puerta?

    FRANZ KAFKA: Ein Landarzt (1919)

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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