Las Mujeres y la cocaína en 2016

El incremento del número de mujeres que abusan de cocaína obliga a examinar los caracteres psicológicos que afectan de forma única al grupo de mujeres. El estatus que rodea a la cocaína la hace particularmente atractiva para las mujeres de todas las clases sociales.

mujeres y cocaina

Como sucede con los hombres, la depresión subyacente y la baja autoestima son un hallazgo común en mujeres que abusan de la cocaína. Una droga que puede incrementar la autoestima y el estado de ánimo, incluso en un corto período de tiempo, produce una atracción importante en las mujeres de nuestra cultura. Así como la cocaína hace que muchos hombres se sientan más masculinos, también ayuda a las mujeres a sentirse más femeninas y sexualmente más desinhibidas. Paradójicamente, las mujeres pueden estar usando cocaína para crear un sentimiento de confianza y de autosuficiencia y, al mismo tiempo, dependen frecuentemente de los hombres que les proporcionan la droga.

La relación que se desarrolla en torno a la cocaína y a los problemas que se derivan de su uso, incluye sentimientos de culpa, de mayor dependencia y de pérdida importante de la autoestima.

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    Algunas mujeres quedan atrapadas en el ‘síndrome de la supermujer’, intentando cuidar de ellas mismas y de sus hijos, al tiempo que mantienen su profesión y una relación de pareja perfecta. Si la mujer empieza a fallar o a verse incapaz en cualquier área, se sumerge en un sentimiento general de falta de competencia y se descompensa. La cocaína enmascara estos problemas, produciendo en la mujer la ilusión de que puede enfrentarse a ellos. Las mujeres son más propensas a considerar sus problemas o su falta de capacidad para los enfrentamientos como una debilidad propia y contempla sus éxitos como accidentales. Cuando una mujer cree eso, está sentando las bases de una predisposición a los sentimientos depresivos.

    La depresión es un hecho más común en las mujeres que en los hombres. Los factores de riesgo para la depresión incluyen la pérdida temprana de los padres, la historia familiar de depresión, el alcoholismo o el abuso de drogas, el abuso físico o sexual en la infancia, y una historia personal de suicidio de un amigo o un miembro de la familia. Estos factores generales, combinados con el estatus y los efectos euforizantes de la cocaína hacen a las mujeres más susceptibles a la adicción.

    La cocaína actúa inicialmente como una medicación antidepresiva o energizante para muchas mujeres, pero, cuando se abusa crónicamente de ella, puede exacerbarlos rasgos depresivos. Con el uso continuado, disminuyen los efectos euforizantes y aumenta la disforia, causando la necesidad de tomar continuamente la droga en un intento de seguir sintiéndose bien. Cuando una mujer intenta dejar la cocaína, el síndrome de abstinencia y la depresión se intensifican. Estos efectos disfóricos se atribuyen a un estado emocional más que a la droga en sí misma; de ahí que continúe el abuso.

    El uso creciente de la cocaína sirve parta afirmar el sentimiento de ineptitud que la mujer ya experimentaba antes y empeora la depresión. Se ve incapaz de funcionar en el trabajo, su interés por el sexo es cada vez menor, y se deteriora progresivamente su relación afectiva con la pareja o la hija. La paciente niega con frecuencia que el problema sea la cocaína, ya que ésta es contemplada como una forma de enfrentarse a la depresión y al trastorno emocional, y no como su causa.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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