Cómo intervenir cuando hay consumo de drogas en adolescentes

El consumo rápido, el usar y tirar, el consumo del momento, ajeno a todo criterio que pueda entender el consumo como una manifestación de relación social, ha impregnado prácticamente todos los ámbitos de la vida juvenil y, en ese aspecto, las drogas son una parte más.

Atrás queda ya ese concepto de las drogas como parte de unos valores morales, sociales y humanos. Aquellos valores aprobaban drogas como el alcohol, el tabaco o el café y condenaban otras como la cocaína, la heroína, las anfetaminas o el cannabis.

Los adolescentes y el consumo de drogas

Estos valores han pasado a esta juventud pero, siguiendo el criterio de usar y tirar y la cultura del presentismo, pronto se han librado del concepto de trasgresión y, si bien es cierto que una minoría se mantiene fiel a aquellos valores, la gran mayoría y de forma creciente ha integrado en su estilo de vida el consumo más o menos habitual como algo aceptado y aceptable y como un objeto más de consumo.

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    Ahora lo que ya preocupa no es la droga sino el posible abuso o su calidad.

    El consumo de drogas en estos momentos ha dado otro salto importante para convertirse en una forma de relación social por su uso colectivo y hasta ha llegado a convertirse en una relación lúdica.

    Frente a esto los padres responden. Y aquí, al contrario de lo que sucede en la juventud, la respuesta de los padres no es uniforme. Cada cual plantea afrontar la situación en función de su experiencia, de su nivel cultural, económico o social. En cualquier caso, se observan en los padres actitudes como una superprotección frente al miedo, la autoinculpación por no saber educar correctamente a sus hijos y, en los casos más graves, una falta de límites en las normas, lo que lleva a los hijos a una demanda insaciable y a los padres a caer en esa irresponsabilidad creyendo que, al satisfacer en todo a los hijos, estos serán más felices y no van a crear conflictos ni caer en la droga.

    Es muy importante que los padres sepan asumir su papel y afronten la situación con criterios claros y objetivos muy definidos. Es necesario que se liberen de culpas frente a sus hijos, que asuman desde el primer día la necesidad de límites y normas, la creación de valores y la implantación de criterios en cuanto a comportamientos tanto familiares como sociales, y que renuncien a esa sobreprotección que no les deja crecer e invade su espacio de toma de decisiones como parte de su aprendizaje en la vida y, finalmente, es imprescindible generar un proyecto.

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    Cómo intervenir cuando hay consumo de drogas en adolescentes

    Fundamentalmente, se trata de dejar patente cuáles son las reglas del juego cuando se trata de adolescentes, un grupo al que hay que interpretar en clave evolutiva, en función de su condición de adolescente.

    Las cuestiones a resolver son de dos tipos:

    • Cuándo considerar que los usos de drogas son problemáticos
    • Cuándo decidir una intervención sobre ellos

    Es muy probable que los adolescentes entren en contacto con los usos de drogas y que algunos de ellos tengan consumos problemáticos.

    Razonablemente, parece que se debería hacer algo. Sin embargo, está comprobado que no sirve cualquier intervención, y se hace necesario elegir el momento oportuno en el que intervenir.

    No está claro cuál es el problema y si son ellos o los adultos que les rodean quienes lo tienen.

    Resulta, finalmente, que los adolescentes son sujetos en construcción y no todos los momentos son oportunos ni todas las formas de intervención son adecuadas.

    Sobre todo cuando la preocupación inicial por los adolescentes nace de la experiencia de trabajo con jóvenes que llegaron a destruirse con algunos usos de drogas, o cuando como padres surge la preocupación sólo por eso, se tiende a hacer un acercamiento inadecuado.

    La destrucción ya conocida o intuida, genera una gran angustia. Además, se sabe que casi todos los que llegaron a esa situación comenzaron cuando eran adolescentes. Parece como si la responsabilidad impidiera quedarse con los brazos cruzados, como si hubiese que intervenir a toda costa.

    Habría que empezar por decir que prestarles atención no siempre significa hacer algo. No siempre la respuesta ha de ser actuar, hacer. A menudo, habrá que saber no hacer nada. Un no hacer que significa observar, seguir de cerca, estar al tanto, ser receptivos, tener paciencia y calmar la angustia, seguir a su lado cuando se pueda y se deba hacer algo, si es que finalmente hace falta.

    Para calibrar el grado del problema, no existen recetas fijas. No hay parámetros lineales que digan cuándo están realmente en un mundo de usos problemáticos que hacen inevitable la intervención.

    El uso de la amenaza, de la destrucción posible con la que pueden encontrarse, el intento de traspasarles sin matices la preocupación, puede conducir, además, a la profecía autocumplida.

    Las historias de los adolescentes están llenas de problemas creados por la angustia desproporcionada y anticipada.

    Sugerencias, propuestas, límites, ideas, sobre un asunto como el de determinados usos de drogas que sólo los adultos perciben como problema, sólo hacen mella en los adolescentes cuando se dan en el seno de otras propuestas y sugerencias, cuando se es capaz de despojarlas de dramatismo.

    La advertencia sobre la no neutralidad delas intervenciones y sobre la dificultad de encontrar el momento oportuno y la forma adecuada, no es específica de las drogas. Tiene que ver con la educación y con las intervenciones terapéuticas de cualquier otro estilo.

    Los profesionales responsables suelen hacerse dos preguntas: ¿Es realmente el problema tan grave como aparenta? ¿Es conveniente intervenir ahora?

    La primera duda se plantea porque la experiencia enseña que muchísimas cosas aparentemente graves que pasan en la adolescencia, tienen que ver con su condición adolescente.

    A la vez, los padres piden ayuda para soportar la preocupación. Necesitan mayores dosis de paciencia y el convencimiento de que con la salida de ese estado adolescente, muchas cosas encontrarán solución.

    Necesitan poder transformar la angustia y la tendencia de saber qué hacen sus hijos por una preocupación y una capacidad de observación razonables.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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