Después de una primera semana bastante dura por todos los temas que fui tocando, pasé un fin de semana complicado a nivel emocional. Analizar muchas cosas, recordar mi infancia y todos esos momentos que han hecho que vaya aumentando esa rabia y ese odio, mirando cara a cara esas cosas , sin dejarlas escapar y dándoles la importancia que tienen para poder afrontar los problemas, ha hecho que poco a poco vaya sintiéndome mejor conmigo mismo.
Esta segunda semana, he trabajado mucho el tema del odio y la rabia hacia mi madre, analizando mucho cosas que por supuesto duelen, pero, gracias al trabajo diario y con ayuda, me he ido dando cuenta, y sobre todo aceptando, que las cosas que pasaron en el pasado están allí y siempre estarán y que si sigo alimentando esa rabia, el único perjudicado soy yo. Me he dado cuenta también de que cada uno es como es y de que eso no podemos cambiarlo, que esas personas a las que odiamos también habrán sufrido y tienen sus problemas.
Cargar con todo esto es un lastre demasiado pesado para lograr lo que quiero, que es ser feliz y volver a ser el que era, sabiendo afrontar los problemas y sin caer en el consumo, siendo comprensivo hacia los demás en lugar de sentirme víctima de las situaciones.
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Poco a poco, durante esta semana he notado que el odio y la rabia, ha ido desapareciendo. Sé que es un camino largo, muy largo, pero que poco a poco lo voy recorriendo. Y eso me hace sentir mejor.
No podemos cambiar el pasado y tenemos que aceptar que lo que pasó pasó, pero si podemos intentar luchar y aprender para merecer ese futuro que queremos. La vida es un aprendizaje diario.
También he ido viendo que soy una persona que suele dejar que los problemas le acorralen, sin afrontarlos. Me complico demasiado la vida cuando, muchas veces, simplemente dándole un poco de espacio a ese problema y utilizando las herramientas que tenemos a mano para afrontarlo, el problema no es tan grande como lo parecía en un principio. Normalmente, por miedo a afrontarlo, lo que consigo es que este problema se vaya haciendo más y más grande, en vez de aceptarlo y tener la valentía de solucionarlo. Me complico demasiado las cosas cuando realmente son mucho más fáciles de lo que me parecen.
Otra de las cosas que he visto esta semana es que, por no saber pedir la ayuda que necesitaba, yo he sido en parte responsable de esa soledad y ese vacío del que tengo tanto miedo y que tantas veces me ha hecho caer en el consumo y separarme de mis verdaderos amigos. Ese vacío fue provocado por la pérdida de un ser querido. Después, busqué ese amor que mi padre me había dado en otras personas. Y, al no encontrarlo, me fui encerrando, sintiéndome cada vez más solo. Y lo único que esto originó es que el vacío fuese cada vez más grande y yo acabase convirtiéndome en alguien muy apático, sin ganas de quedar con sus amigos, unos amigos que me tendían una mano que yo siempre rechazaba. Ellos me llamaban una y otra vez y mi respuesta, si es que la había, era un siempre No. Y en estas circunstancias, es normal que dejen de contar contigo. Y, cuando esto ocurría, mi rabia crecía pensando que me dejaban de lado y no contaban conmigo para nada. Entonces, el vacío iba creciendo, pero el verdadero culpable era únicamente YO. Me doy cuenta de que yo soy el que ha ido creando ese mundo que me hacía tanto daño a pesar de que siempre culpaba a mis amigos de ello. Mis amigos siempre estuvieron a mi lado, sufriendo al ver mi estado, queriendo ayudarme, pero yo no era capaz de verlo.
De nada vale estar siempre echándole la culpa a los demás. Cuando te das un tiempo y analizas las cosas, entras realmente en ti y ves lo equivocado que estabas. Hasta ahora, la negatividad, la autocompasión y el victimismo eran los protagonistas de mi cabeza y de mi mundo.
Autor: Comunicación Clínicas CITA