A pesar de que A. aparentemente lo tiene todo (familia, hijos, trabajo) no es feliz; de hecho, nunca lo ha sido del todo. Siempre ha tenido la sensación de que le faltaba algo, de que tenía un vacío, que intentaba llenar haciendo todo lo que “tocaba” hacer en cada momento de su vida y haciéndolo de la mejor manera posible: siendo muy exigente con ella misma y con los demás.
Con el tiempo, los problemas afectivos y laborales que había tenido y que no había sabido gestionar fueron empeorando. Y ella, en vez de buscar la ayuda de los suyos, de quienes realmente podían ayudarle a cambiar las cosas, fue distanciándose de ellos y sintiéndose cada vez más sola, hasta el punto de sentir que la suya era una vida llena de dificultades y con poco amor.

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Contenidos
- 1 CONTACTAR CON CLÍNICAS CITA AHORA
- 1.1 «Un Paso Atrás no es una Opción: Tu Vida Vale Más que un ‘Intento'»
- 1.2 ¿Por qué el Cerebro Nos Engaña con la Idea del «Control»?
- 1.3 La Verdad que Nadie te Dice sobre las Recaídas
- 1.4 Cómo Resistir la Tentación: 3 Acciones que Salvan Vidas
- 1.5 Eres Más Fuerte de lo que Crees: Elige Vivir, No Sobrevivir
Poco a poco, sin darse cuenta, y como la única forma que encontró para poder sostenerse, A. acabó desarrollando un alcoholismo.
Tras un ingreso en una comunidad terapéutica, pudo darse cuenta de que ella tenía mucho que ver con lo que le pasaba y que otra forma de afrontar las cosas era posible.
A. marchó de la comunidad con el alta voluntaria, un poco antes de que le dieran el alta terapéutica recomendada. Sentía que se encontraba bien, que había hecho un buen trabajo y acordó realizar visitas de control semanales. Así lo hizo, pero, al poco tiempo, volvió a encontrarse con los mismos problemas con los que antes había topado. Pudo ir tratándolos en las visitas e ir trabajando aquellos aspectos personales de dificultad que había identificado durante su tiempo de ingreso, pero que aún no había cambiado. Al poco, volvió a caer en su repetición, en su bucle: sólo era capaz de ver los problemas y empezó a aislarse y a sentir lástima de sí misma. Sin darse cuenta, volvía a idealizar el consumo y sólo tenía en la cabeza los motivos para consumir.
Planeó una recaída con la fantasía de que se trataría de algo puntual que podría controlar. Pero no fue así. Pasado un tiempo, ese “no decir” durante las visitas de control ambulatorio pasó a convertirse en un no asistir a las visitas, el consumo puntual pasó a ser un consumo abusivo, regresaron y se incrementaron la autocrítica y la culpa, y se atormentó por los errores del pasado pensando que era un caso perdido…
«No Juegues con tu Recuperación: Por qué las ‘Pruebas Controladas’ son una Trampa Peligrosa»
«Un Paso Atrás no es una Opción: Tu Vida Vale Más que un ‘Intento'»
Si estás leyendo esto, es porque una parte de ti sabe la verdad: las adicciones no negocian. Quizás hoy sientas esa voz interna que susurra: «Solo una vez, para ver si puedo controlarlo», «Tal vez esta vez sea diferente». Quiero que sepas algo: no estás solo en esta lucha, pero jugar con fuego nunca termina en victoria.
La recuperación es un camino de valentía, no de atajos. Las llamadas «pruebas controladas» —ese intento de consumir «solo un poco» o «solo esta vez»— son una trampa disfrazada de esperanza. No son un test de fuerza, sino una puerta hacia la recaída. Y tú mereces más que caer en la misma red.
¿Por qué el Cerebro Nos Engaña con la Idea del «Control»?
La adicción altera la química cerebral, creando una ilusión poderosa: «Ahora soy más fuerte», «Ya no dependo de eso». Pero la ciencia es clara: el cerebro adictivo nunca olvida. Un solo contacto con la sustancia o comportamiento puede reactivar circuitos de dependencia en segundos, como un interruptor que enciende un incendio.
Imagina esto: ¿Intentarías caminar sobre un lago congelado que ya se resquebrajó una vez? Las «pruebas controladas» son igual de riesgosas. No existe el «solo un poco» cuando hablamos de adicciones. Es como pretender apagar un bosque en llamas con un vaso de agua.
La Verdad que Nadie te Dice sobre las Recaídas
Las estadísticas no mienten: más del 80% de las recaídas comienzan con un «experimento controlado». Detrás de esa idea hay miedo, soledad o aburrimiento, pero también hay algo que quizás no ves: tu subconsciente buscando una excusa para volver a lo conocido. La adicción es hábil: te convence de que tienes el control, justo antes de arrebatártelo.
Recuerda: la recuperación no es linear, pero cada día limpio es un triunfo. Una recaída no te define, pero ¿por qué arriesgar todo lo construido? Hoy tienes herramientas que antes no tenías: apoyo, terapia, estrategias. Usarlas es la verdadera prueba de fuerza.
Cómo Resistir la Tentación: 3 Acciones que Salvan Vidas
Habla con Alguien Ahora Mismo: Llama a tu sponsor, terapeuta o un ser querido. La vergüenza se disipa cuando compartes en voz alta ese pensamiento.
Reescribe tu Historia Mental: En lugar de «¿Y si puedo controlarlo?», pregúntate: «¿Qué perdería si recaigo?». Visualiza el dolor, no la falsa euforia.
Crea un Ritual de Emergencia: Sal a caminar, escribe en un diario, practica respiración profunda. Rompe el ciclo del pensamiento con acción inmediata.
Eres Más Fuerte de lo que Crees: Elige Vivir, No Sobrevivir
La recuperación no se trata de «aguantar», sino de reconstruir una vida que valga la pena ser vivida. Cada vez que dices «no» a una prueba controlada, le dices «sí» a tu futuro. A ese viaje que aún no has hecho, a las risas que están por llegar, a las metas que mereces alcanzar.
No caigas en la mentira del «esto no me afectará». Tú vales más que un momento de falsa valentía. Hoy no es el día para retroceder: es el día para recordar por qué empezaste.
Autor: Comunicación Clínicas CITA


