La heroína y el cine – El hombre del brazo de oro

El hombre del brazo de oro (1955) es una película estadounidense, enmarcada en el género dramático y basada en la novela homónima de Nelson Algren, que nos habla de la adicción a la heroína inyectada. Fue dirigida por Otto Preminger e interpretada, en sus principales papeles, por Frank Sinatra, Eleanor Parker, Kim Novak y darren McGavin.

La película fue nominada en 1956 a diferentes categorías de los premios Oscar:  mejor actor (Frank Sinatra), mejor dirección artística en blanco y negro y mejor banda sonora original (Elmer Bernstein). Fue también nominada al premio BAFTA (mejor actor y mejor película) y Frank Sinatra estuvo nominado asimismo al mejor actor por el Círculo de Críticos de Nueva York.

La novela en la que está basada fue ganadora del National Book Award en 1950 y señalada por la crítica: Para Time fue ‘El triunfo de un novelista verdadero’ Y el New York Times escribió: ‘Poderosa, espeluznante, horripilante, poética, compasiva… No se le podría pedir más a esta novela’

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    La historia describe las andanzas de Frankie Machine, un músico de talento que busca cumplir su sueño de convertirse en batería de una gran formación de jazz. Pero su principal dificultad será poder evitar las drogas y el juego. Frankie (Frank Sinatra), un experto jugador y ex adicto a la morfina que, después de cumplir su condena, recupera su vida con el firme propósito de ordenar su vida, incluyendo la abstinencia de las drogas y el alejamiento del ambiente de las partidas clandestinas de naipes. La vida de Frankie se verá fuertemente condicionada por dos mujeres: su controladora y manipuladora esposa Zosch (Eleanor Parker) y Molly (Kim Novak), enamorada de Frank y sinceramente implicada en ayudarle.

    Pero la adicción de Frank y la necesidad de conseguir dinero provocaran que vuelva a implicarse en las partidas ilegales y que vuelva a depender de la gente de la que quería distanciarse, todo un conjunto de personajes marginales y oscuros. En este contexto, no le va a resultar nada sencillo huir de la vida de perdedor que le augura su entorno. Pronto verá cómo la realidad le ira sumiendo de nuevo en su adicción, abortando todos sus deseos de convertirse en un gran músico.

    El director Otto Premingerfue capaz de mostrar abiertamente, y en el represivo Hollywood de aquella época, la adición a la heroína y sus consecuencias. Si el sexo, o cualquier insinuación relativa, se mantenía aún en el filo de lo prohibido, las drogas simplemente no existían en la gran pantalla. Sin embargo, en los años 50 y en el mundo del jazz, la adicción a la heroína no era inusual.

    Como señalan algunas críticas del film, ‘El hombre del brazo de oro sigue conservando toda su fiereza y desesperación en la lucha de un hombre por mantener el equilibrio en un entorno hostil. La escena en que Frankie pasa el mono en un nuevo intento de desintoxicarse, impacta por su crudeza y realismo. El comienzo con la palabra Beer en el luminoso del bar podría parecer un nexo de unión con Días sin huella, la película de Billy Wilder que una década antes se atrevió a hablar de manera igualmente directa de la adicción al alcohol y que terminaba con el letrero de Bar encendiéndose y apagándose, representación visual de la permanente incertidumbre y tentación del adicto’

    ‘Sorprende sobre todo la crudeza del filme, realmente dramático y duro en muchos momentos, escenas retratadas en toda su magnitud y con las que Sinatra redondea una actuación realmente sublime, describiendo de forma precisa la degradación física y emocional a la que es sometido a medida que avanza por el camino de la droga. La película retrata fielmente las condiciones, el caldo de cultivo del adicto: la vida sin expectativas, los personajes miserables sin futuro, la marginación. Hoy día quizá la película no resulte tan impactante, pero sin duda sigue resultando un acercamiento realista y nada complaciente al siempre complicado mundo de las drogas, en parte empañado por un final made in Hollywood, que fue la única concesión que tuvieron que admitir para eludir a los censores”WhatsAppFacebookTwitterPinterestCompartir

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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