Los alucinógenos

Las experiencias con alucinógenos varían increíblemente. Una misma persona puede tener experiencias extraordinariamente distintas con la misma droga en ocasiones diferentes. La reacción está en gran parte condicionada por las experiencias anteriores, las expectativas y el contexto en que se consume.

Los efectos más leves producidos por dosis bajas pueden incluir sensaciones de desprendimiento o indiferencia al entorno, estados de ánimo variables, y alteración del sentido del espacio y el tiempo. Pueden darse alucinaciones, pseudo-alucinaciones e ilusiones. Las alucinaciones son experiencias sensoriales que no son reales. Las pseudo-alucinaciones son experiencias sensoriales irreales entendidas como tal, y las ilusiones son distorsiones sensoriales de la realidad. Un signo distintivo de la experiencia alucinógena es la sensación de disociación del cuerpo. Algunos consumidores tienen una fuerte sensación de comprensión, acompañada de sentimientos místicos o religiosos. Estos efectos pueden durar desde minutos (con la DMT) a horas (con el LSD).

Los efectos físicos varían dependiendo de la doga, pero con el LSD y las sustancias similares, los consumidores sufren nerviosismo, ritmo cardiaco acelerado (o lento), náuseas, escalofríos, entumecimiento (especialmente en la cara y labios) y a veces dificultad en la coordinación de movimientos.

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    Los alucinógenos deben dividirse en dos grupos: aquellos que producen problemas principalmente psicológicos, como el LSD y similares, y los físicamente peligrosos, como la belladona, los compuestos de PCP y similares. Las drogas del grupo de la belladona, como la atropina y la escopolamina, pueden ser letales en la cantidad que la gente ingiere normalmente para intoxicarse. Estas drogas pueden estimular el corazón y aumentar la temperatura corporal peligrosamente. Cuando el consumidor experimenta alucinaciones causadas por estas drogas, está muy cerca de que su vida peligre. La PCP también puede ser letal en dosis altas, y produce convulsiones, coma, o un estado similar a la psicosis que puede durar varios días.

    El efecto negativo más probable de la ingesta de alucinógenos como el LSD es un mal viaje. El más común es una experiencia aterrorizante que produce ansiedad aguda junto con los efectos físicos que la acompañan. Los consumidores pueden hacerse daño o matarse accidentalmente porque no pueden pensar con claridad con respecto a su entorno. Las reacciones psicóticas reales son más raras, pero pueden requerir hospitalización. Otro problema pueden ser los ‘flashbacks’ o trastorno perceptivo post-alucinógeno, que son trastornos visuales o recuerdos de la experiencia con la droga que surgen mucho después de que ésta haya salido del organismo. Los ‘flashbacks’ son más comunes en los consumidores habituales de alucinógenos.

    Como ocurre con cualquier droga ilegal, el producto que se vende puede estar adulterado.

    Los alucinógenos tienen interacciones peligrosas con otras sustancias. La combinación más peligrosa es la del PCP o similares con alcohol y otros sedantes. Esta combinación puede ser letal. Tomar sustancias similares a la atropina con cualquier otra que estimule el suistema cardiovascular o aumente la temperatura corporal (por ejemplo el éxtasis) puede producir un trastorno peligroso del ritmo cardíaco o un aumento de la temperatura corporal. Los alucinógenos con efectos similares a los de las anfetaminas (por ejemplo la mescalina) pueden ser peligrosos si se mezclan con estimulantes. Cualquier droga que aumente la tensión arterial, cuando comienza a surtir efecto, puede ser peligrosa en personas con problemas cardíacos si la combinan con otras drogas que puedan aumentar la tensión arterial. Los riesgos físicos de combinaciones de drogas con alucinógenos similares a la serotonina (por ejemplo el LSD), son bastante menores, aunque la experiencia se vuelve aún más impredecible si se combina con marihuana, lo que es una práctica común.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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