Dejar de fumar supone cambios muy importantes a todos los niveles del organismo. A menudo, uno está más irritable, más depresivo, más nervioso, hasta el punto que se puede volver a fumar para no vivir estos estados de ánimo. Por ello, parece una buena idea asegurarse de hacer una buena transición que cuente con alguna ayuda. En este caso, los recursos más utilizados acostumbran a ser los sustitutos.
Sustitutos de la nicotina
El principal sustituto acostumbra a ser la comida. Pero hay que tener en cuenta que la mayor parte de las personas que vuelven a fumar conscientemente lo hacen porque han engordado.
Aparte de la comida, hay substitutos de todo tipo: Están los cigarrillos electrónicos, que permiten seguir con el hábito psicológico de ponerse el cigarrillo en la boca y tener las manos ocupadas, y también están aquellos ex fumadores que suministran a su cuerpo una dosis diaria de nicotina en forma de chicles, parches o inhaladores.
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Algunos estudios clínicos han puesto de manifiesto que a las personas deprimidas les cuesta más dejar el tabaco y recaen con una mayor frecuencia. Por eso, se pensó en un fármaco que ayudase a la deshabituación, el Bupropion. Aunque no se sabe muy bien cómo actúa, se cree que anula los síntomas de la falta de nicotina y reduce la necesidad de fumar gracias a una inhibición neuronal selectiva. Pero los riesgos del Bupropion son tan elevados, que sólo se considera su administración después del fracaso de otros tratamientos farmacológicos y se vendan con receta.
Las terapias de reemplazo de la nicotina parecen, de entrada, muy lógicas. Si al cuerpo le falta nicotina, se le administra durante unos meses sin fumar, de manera que pueda irse bajando la dosis gradualmente. De esta manera, el fumador deja el tabaco. Si bien los productos de nicotina son menos tóxicos que el Bupropion, los sustitutos a base de nicotina tienen efectos secundarios indeseables, ya que pueden provocar dolor de cabeza, taquicardias, trastornos de la visión, nauseas, diarreas y trastornos del sueño. Además, tampoco está claro que la nicotina sea un substituto adecuado, ya que su administración en forma de parches, chicles o de cualquier otro modo, no provoca nada que se parezca al efecto del tabaco: ni euforia, ni bienestar ni placer. Y su retirada provoca síndrome de abstinencia.
De hecho, el efecto más indeseable de todos los tratamientos sustitutorios de la nicotina es que generan tres grandes errores de concepto, ya que a) el tabaco es insustituible y lo único que hay que hacer es prescindir de él sin paliativos; b) oponerse al cambio en lugar de favorecerlo es engañar al cuerpo y a la mente haciéndoles creer que dejar de fumar es nocivo cuando en realidad se trata de una liberación; y c) tendemos a tratar lo que es básicamente una adicción mental en únicamente una adicción física.
Autor: Comunicación Clínicas CITA