La adicción es un desafío que puede afectar a cualquier persona, sin importar su personalidad o estado emocional. En este artículo, exploramos las etapas de la adicción, desde el enamoramiento inicial hasta la prisión del consumo compulsivo, y te ofrecemos claves para iniciar un proceso de recuperación efectivo.
¿Cómo comienza la adicción? El enamoramiento con la sustancia o conducta
La adicción no siempre comienza con una personalidad adictiva o un trastorno emocional. A veces, basta con recordar una experiencia placentera o reconfortante asociada a una sustancia o actividad. Cuando el estrés, el dolor o la frustración aparecen, la persona puede sentir la tentación de recurrir a esa sustancia o conducta para aliviar su malestar.
En el caso de las drogas, el alcohol, el juego o el sexo, los efectos bioquímicos en el cerebro refuerzan la dependencia. Las primeras experiencias suelen ser intensas: euforia, relajación o desinhibición. Estos cambios en el estado de ánimo generan una conexión emocional con la sustancia, similar a un enamoramiento.
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La luna de miel: El consumo como solución rápida
Una vez que la persona identifica que una sustancia o conducta le proporciona un alivio inmediato, comienza la etapa de la «luna de miel». En este punto, el consumo parece resolver problemas: da valor al tímido, tranquilidad al nervioso y alegría al apático. Sin embargo, esta solución es temporal y engañosa.
Frente al estrés o la frustración, la persona tiene dos opciones: enfrentar la situación de manera saludable o recurrir al consumo para evadirla. Lamentablemente, la segunda opción suele ser más tentadora, especialmente cuando no sabemos cómo manejar nuestras emociones o problemas.
La traición: Cuando el consumo se vuelve en tu contra
En esta etapa, la ilusión de control comienza a desvanecerse. Lo que antes parecía una solución ahora se convierte en un problema mayor. La persona necesita consumir más para obtener los mismos efectos, y los problemas que intentaba evitar se multiplican.
Este ciclo se retroalimenta: la desconfianza en las propias capacidades lleva a consumir más, y el consumo excesivo debilita aún más esas capacidades. Por ejemplo, un cocainómano puede pasar de gastar un poco más de la cuenta a robar para sostener su adicción.
En la ruina: La dependencia total
En esta fase, la adicción domina por completo la vida de la persona. La tolerancia a la sustancia aumenta, lo que obliga a consumir más para evitar los síntomas de abstinencia. Cualquier situación, por pequeña que sea, se convierte en una excusa para consumir.
Tres procesos refuerzan este círculo vicioso:
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El deseo de evitar la abstinencia, que incluye síntomas físicos y psicológicos.
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El condicionamiento, donde lugares, personas o situaciones desencadenan el deseo de consumir.
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La alteración de la función cerebral, que genera apatía y vacío cuando falta la sustancia.
La prisión: El punto de no retorno
En esta etapa, la adicción consume toda la vida de la persona. Las relaciones, el trabajo y la salud se deterioran. El consumo ya no produce placer, pero la abstinencia genera un terror insoportable. La persona se encuentra en una encrucijada: continuar con lo conocido o enfrentar el desafío de la recuperación.
El camino hacia la recuperación
Superar la adicción no es fácil, pero es posible. Requiere esfuerzo, apoyo profesional y un compromiso genuino con el cambio. Aquí tienes algunas claves para iniciar este proceso:
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Reconocer el problema: Admitir que existe una adicción es el primer paso.
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Buscar ayuda profesional: Terapeutas y grupos de apoyo pueden guiarte en este camino.
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Aprender a manejar emociones: Desarrollar herramientas para enfrentar el estrés y la frustración sin recurrir al consumo.
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Reconstruir tu vida: Enfócate en actividades saludables que te brinden satisfacción y propósito.
La adicción no tiene por qué ser el final de tu historia. Con determinación y apoyo, puedes recuperar el control de tu vida y encontrar un camino hacia la superación personal.
(Inspirado en el capítulo 3 del libro «Querer no es poder», de Washton y Boundy. Ed. Paidós. Madrid, 2011)
Autor: Comunicación Clínicas CITA