Talleres de Clínicas CITA: Saber poner límites

 

Talleres de Clínicas CITA: Saber poner límites

Ser invadido. Ser usado. Ser manipulado. Dar de más. Cargar con problemas que no son propios. Confundir ‘disculpar’ con ‘permitir que nos sigan agraviando’. Ser humillado. Ser abusado. Volver a ser abusado. Negar que se està siendo abusado…

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    Es claro que muchas personas tenemos dificultades para poner límites y muchos problemas interpersonales (entre nosotros y los demás) sobrevienen al no poner los límites adecuados. Cuando se trata de los hijos, tenemos claro que precisan límites y la importancia de este punto en la educación que les impartimos. Pero en el caso de los adultos que nos rodean, solemos dudar con respecto a qué punto llegar, en qué casos hacer algo, incluso medimos la reacción del otro… ¿Cómo ponerle límites a nuestra pareja, a nuestras amistades, a nuestro jefe?

    Según el Dr. Gottman, ‘Poner límites es el primer paso en una estrategia diseñada para resolver problemas’

    Ser uno mismo sanamente, auténticamente, implica tener claras las fronteras entre uno y los demás, y ser capaz de expresar claramente la negación a que se vulneren inaceptablemente esas fronteras. ¿Cómo saber si el individuo se está engañando sobre este punto? No siempre es fácil determinarlo, pero digamos que, generalmente, quien ha desarrollado la capacidad de poner límites propende a establecer y mantener vínculos saludables, se ve menos expuesto a situaciones de abuso psicológico, de invasividad, de manipulación; si circunstancialmente cae en este tipo de trampa, se da cuenta con rapidez y puede corregir ese vínculo con igual prontitud, o bien pautar los límites necesarios.

    Muchas son las causas por las cuales determinada persona puede tener la dificultad en poner límites claros. Citemos algunas de las más importantes:

    • Actitud complaciente por necesidad de ser querido, o al menos de no ser rechazado.
    • Apego hacia la persona con la cual se experimenta dificultad de poner límites, de modo que se siente que si se ejerce esa potestad se rompería el vínculo ‘por su culpa’
    • Miedo a que le consideren una persona ‘mala’, ‘egoísta’ o ‘injusta’.
    • Desconfianza respecto del propio criterio de realidad: ‘¿Estaré siendo justo?’ ‘¿Está abusando de mí, o tiene razón en lo que exige?’ ‘¿No estaré exagerando?’.
    • Temor a que la persona a quien se le pone límites le adjudique a uno el rol de victima

    La incapacidad de poner límites implica que se han difuminado las fronteras que enmarcan la propia identidad. Y estas fronteras son indispensables para la salud personal que permita diferenciar ‘Yo’ / ‘el Otro’.

    En el caso de no ser así, la persona pierde contacto con lo que quiere, con lo que le gusta, con lo que sustenta sus decisiones, pues todos estos factores han sido reemplazados por la voluntad o el deseo del otro, aún en las cosas más sencillas.

    Por ese motivo es importante entrenar la capacidad de poner límites y de reconocer qué quiere y qué no. Sólo así podrá perfilar su verdadera identidad, y convertirse en un individuo y sólo así podrá establecer vínculos sanos. Si me pierdo en el otro, si asumo tareas que no me corresponden, si permito que alguien viole mi individualidad, me estaré generando malestares que pueden llegar a ser cada vez más perjudiciales. (Quien tiende a poner límites en exceso y agresivamente, por supuesto, también puede ser problemático).

    La práctica de la diferenciación

    Este ejercicio será indispensable aunque la persona se equivoque en ese proceso de aprendizaje (lo cual es muy esperable que suceda, sobre todo al principio, pues todos solemos equivocarnos en aquello en lo cual aún no somos muy diestros). No obstante, es mejor equivocarse en función del propio criterio para poner un límite, que creer que se acierta en base al criterio del otro. Habrá que revisar el día a día para ir haciéndolo cada vez mejor. En esa pràctica será necesario tener en cuenta ante cada instancia de la vida, por mínima que sea (y sobre todo si hay un otro en juego):

    ¿Qué quiero YO?

    ¿Qué me hace mal (o sea, qué NO quiero)?

    ¿Cuál es el modo en que necesito expresar esto poniendo un límite YA? (Con palabras, con una acción, con silencio, apartándome, con mayor o menor intensidad…)

    Estar atento a si buscamos ‘poner algodones’ al límite (dar explicaciones, disculparse, justificarlo…). A veces un límite suave, (amable, conversado, convenido), será eficaz. Pero muchas otras sucederá que el único límite viable sea el que resulte terminante, impenetrable, como un cartel bien legible que dice ‘NO PASARÁS’ Aunque cueste, aunque angustie, aunque a uno mismo le duela…

    En definitiva, saber poner límites a los demás nos sirve para cuidarnos, para fortalecer nuestra autoestima y potenciar nuestra capacidad de reacción ante las situaciones adversas que nos encontramos a lo largo de nuestra vida, tan importantes como significativas para la construcción de nuestra propia identidad.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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