Testimonio: Ayer me acordé de una cosa

Hoy, mientras escribo estas palabras, respiro profundo y siento cómo el aire llena mis pulmones. No es solo oxígeno… es libertad. Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que cada inhalación estaba ligada al miedo, al vacío y a una dependencia que casi me cuesta la vida. Esta es mi historia: un relato crudo, pero esperanzador, sobre cómo transformé mi lucha contra la cocaína en una vida plena.

El Ciclo de la Adicción: Entre el Éxtasis Fugaz y el Abismo

Recuerdo con claridad aquellos días. Salir a “pillar coca” no era un acto casual; era un ritual cargado de ansiedad. Las manos sudorosas, el corazón acelerado y esa voz interna que susurraba: “Solo esta vez”. Cuando conseguía el polvo blanco, sentía un alivio momentáneo. Lo guardaba en el bolsillo como si fuera un tesoro, ignorando que, en realidad, era un veneno disfrazado de salvación.

La primera raya era como una explosión de falsa felicidad. Por unos minutos, el mundo parecía brillar… hasta que la realidad golpeaba. El dinero se esfumaba, las deudas crecían y las personas que antes confiaban en mí dejaron de responder a mis llamadas. Lo peor llegaba cuando los efectos desaparecían. El bajón no era solo físico: era un vacío que se arrastraba desde el estómago hasta el alma. Me miraba al espejo y solo veía a un extraño, roto y desesperado, preguntándome si valía la pena seguir vivo.

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    ayer me acorde

    El Punto de Quiebre: Cuando el Miedo se Transformó en Valor

    Un día, tras horas tirado en el suelo de mi habitación, algo cambió. No fue una epifanía dramática, sino un pensamiento simple: “¿Y si intento un día sin esto?”. Esa pregunta, aparentemente pequeña, fue el primer hilo que tiré para comenzar a tejer mi salida.

    Busqué ayuda en un centro de rehabilitación. Allí, entre terapias grupales y sesiones individuales, entendí que la adicción no era mi identidad, sino una enfermedad que había secuestrado mi voluntad. Aprendí a nombrar mis emociones sin juzgarlas: el miedo, la culpa, la soledad… Ya no eran enemigos, sino señales de que algo en mí necesitaba atención.

    Las Herramientas que Reconstruyeron mi Vida

    La recuperación no fue lineal. Hubo recaídas, noches en vela y días en los que quise rendirme. Pero con el tiempo, descubrí recursos internos que ni siquiera sabía que tenía:

    1. La Atención Plena: Aprendí a detenerme ante los impulsos. ¿Ansiedad por consumir? Respiraba profundamente y observaba la emoción sin actuar.

    2. Las Redes de Apoyo: Rodearme de personas que entendían mi lucha (terapeutas, compañeros de grupo) me dio fuerza. Ya no estaba solo.

    3. El Diario Emocional: Escribir cada noche me ayudó a identificar patrones. ¿Qué disparaba mis ganas de huir? ¿Cómo lo gestionaba sin drogas?

    4. La Rutina como Ancla: Estructurar mi día (horarios para comer, dormir, hacer ejercicio) devolvió el control a mis manos.

    Pero la herramienta más poderosa fue redefinir el vacío. Aquel hueco que antes llenaba con cocaína, ahora lo habitaba con preguntas: ¿Qué necesito hoy? ¿Qué me hace sentir vivo?. A veces, la respuesta era pintar; otras, llamar a un amigo o simplemente llorar. Y estaba bien.

    La Vida Ahora: Entre Imperfecciones y Esperanza

    Hoy, sigo enfrentando desafíos. La vida no es un cuento de hadas: hay facturas que pagar, conflictos familiares y días grises. Pero la diferencia es abismal. Cuando siento ese vacío interior (porque aún aparece), ya no me paraliza. Lo reconozco, lo abrazo y busco soluciones desde la calma.

    ¿Un ejemplo? Hace unas semanas, perdí mi empleo. Antes, hubiera corrido a evadirme con drogas. En cambio, llamé a mi terapeuta, hablé con mi familia y me inscribí en cursos para mejorar mi currículum. El miedo sigue ahí, pero ahora sé que puedo caminar junto a él, sin que me domine.

    Lecciones que Quiero Compartir

    Si estás leyendo esto y te identificas, quiero que sepas tres cosas:

    1. No eres débil: La adicción no es falta de carácter, sino una respuesta a un dolor profundo.

    2. El vacío puede ser tu aliado: Es una señal de que hay algo dentro de ti esperando sanar.

    3. Pedir ayuda no te hace dependiente: Te hace humano.

    Si llegaste aquí buscando frases como “cómo superar la adicción”“testimonios reales de recuperación” o “herramientas para dejar la cocaína”, espero que mi historia te haya dado algo más que palabras. La recuperación existe, pero no es un destino, sino un camino que se construye paso a paso.

    Y si hoy sientes que el mundo se desmorona, repite conmigo: “Este vacío no me define. Soy más fuerte que mis miedos”. Porque tú, como yo, mereces una vida donde cada respiro sea sinónimo de paz, no de huida.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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