Carta al gobierno; Mi hijo consume cocaína

Mi hijo consume cocaína es una carta que reproducimos a continuación. La carta al director publicada el pasado 12 de abril en diario Ara de Cataluña, donde un padre cuenta la problemática de su hijo drogodependiente y las carencias de la ley para garantizar un ingreso en una clínica o en una comunidad terapéutica en contra de la voluntad del propio adicto a pesar de los graves trastornos de salud y del riesgo autolítico que le provoca su adicción.

Testimonio real; “Mi hijo consume cocaína”

‘Me siento indignado e impotente. En casa sufrimos unos problemas que no deseo a ninguna familia. El más importante es saber que tienes a un hijo de 19 años adicto a la cocaína y por consiguiente al alcohol.

Mi hijo lo tenía prácticamente todo: buena familia, salud, buena presencia, es buena persona e inteligente, y además tenía una pareja con la que se querían muchísimo. Pero esta maldita adicción se ha llevado casi todo lo que tenía.

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    En estos momentos, y después de dos recaídas, mi hijo ha tirado la toalla, o lo que es lo mismo, no se quiere dejar ayudar. Ya tuvo un ingreso involuntario, tras una fuga del centro y anunciarnos que quería quitarse la vida, razón por la cual estuvo ingresado durante tres semanas de manera involuntaria.

    De acuerdo con la ley, los psiquiatras no pueden mantenerle más tiempo ingresado en contra de su voluntad, ya que se trata de una persona totalmente inofensiva, a pesar de saber que está muy enferma y de que padece una fuerte adicción a la cocaína. A pesar de que no hace falta extenderse más en su patología (ya que es distinta en cualquier persona adicta), sabemos que tenemos un hijo con un problema muy grave.

    Todos los profesionales, médicos psiquiatras, socioterapeutas y psicólogos, y también los médicos psiquiatras, trabajadores sociales y enfermeras de la Seguridad Social tienen muy claro que mi hijo tiene cura si sigue un largo camino de unos ocho meses en un centro terapéutico.

    Mi hijo se niega a volver al centro, tiene 19 años y toda una vida por delante. Si la ley se pusiese del lado de mi familia, le reconduciríamos con toda seguridad. La ley solo debería admitir, en todo caso, que es una persona con una enfermedad terminal y que, por tanto, nosotros pudiésemos decidir sobre el destino de su vida.

    En este momento mi hijo es prisionero de sí mismo y camina con tristeza y pena por un camino equivocado, con un destino incierto, pero ciertamente destinado a sufrir en un mundo de permanente infelicidad, y posiblemente cometiendo algún delito y poniendo también en peligro la vida de terceros (el consumo de drogas puede provocar accidentes).

    Y de aquí mi gran indignación: él se niega a curarse y yo y mi familia, que queremos curarle, no podemos obligarle a ingresar. ¿Por qué la ley no está del lado del sentido común? ¿Algún político puede responder a mi pregunta?

    Finalmente, hijo mío, si lees este escrito, deseo que te haga reflexionar y te dejes ayudar. Tu familia lo ha dado todo por ti y tienes mucha gente a tu alrededor que te quiere. Yo no podré cambiar la ley con esta carta, y mucho menos de hoy para mañana, pero tú sí que puedes cambiar de opinión y dejarte ayudar. No te queda otra opción.’

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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