Drogas: Simplemente di ¡No, gracias!

Hoy nos hemos acordado de que hace unas décadas, quien entrase en las aulas de un instituto de Estados Unidos, podría haber observado la siguiente escena: Bajo la dirección de la profesora, y con toda la clase observándola, una alumna finge ofrecer un cigarrillo a una amiga. La amiga contesta resueltamente: ‘No, gracias’.

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El lema publicitario: ‘Simplemente di no’ expresa un objetivo válido pero demasiado simplista. Aunque inicialmente se consideró como un freno sólo para el primer encuentro de los niños con la droga, en el centro de desintoxicación sabemos que este lema se ha venido aplicando en todos los momentos de la vida: a los consumidores ocasionales, a aquellos que han llegado a ser adictos, a los adictos en tratamiento de adicciones, y a quienes están en peligro de recaer después del tratamiento de adicciones.

Más aún, en cada una de esas situaciones se tiene que enseñar un conjunto de técnicas para que el ‘Simplemente, di no’ sea una realidad. En definitiva, ¿qué se ha aprendido sobre la prevención del uso de drogas adictivas en niños y adolescentes? ¿Cuáles son los diversos métodos de tratamiento para personas que se han vuelto adictas y cuál es su efectividad a corto plazo en la prevención de recaídas?

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    Se plantean dos problemas diferentes sobre el uso de las drogas adictivas: Por qué una persona prueba esa droga por primera vez, y ¿por qué una persona continúa consumiendo droga y se vuelve adicta. Naturalmente, sin un primer consumo no podría haber adicción, no habría adicción si una droga determinada fuera totalmente imposible de adquirir.

    Normalmente, la primera vez sucede durante la adolescencia o incluso antes, como una expresión de curiosidad natural, un deseo de familiarizarse con la conducta de los mayores, o una aventura atrevida en un ámbito prohibido.

    El grado de inconformismo social representado por el primer consumo es diferente para cada droga y varía de un contexto cultural a otro. En el centro de adictos sabemos que en muchos países, el primer consumo de alcohol o tabaco normalmente significa sólo una transgresión menor de los estándares sociales aceptados.

    Una excepción sería en las familias en donde esas sustancias son estrictamente tabúes en términos religiosos; en este caso, consumir puede significar una ruptura más grave con la convención social. Sin embargo, incluso con las drogas legales, la edad del primer consumo precede a la del consumo legal y, por lo tanto, el consumo debe asociarse, al menos en parte, a un deseo de infringir la ley.

    Aunque la marihuana es una droga prohibida, está muy extendida en algunos círculos donde su primer consumo requiere poca o ninguna transgresión social, y la vía de administración, fumar, es ya la vía común del tabaco. En el otro extremo, el primer consumo de drogas como la cocaína o la heroína, requiere un alto grado de transgresión.

    Su estatus ilegal obliga al futuro posible consumidor a un comportamiento delictivo. Sólo para ponerse al tanto de dónde y cómo encontrar la droga, cómo prepararla para su uso y cómo consumirla, requiere compañeros experimentados que están a menudo profundamente implicados en un comportamiento antisocial y delictivo.

    Si la cocaína y la heroína se usan de forma intravenosa, la vía de administración misma presupone un alto grado de transgresión social: pincharse la propia vena es un acto extraño, antinatural y deliberado.

    La captación de nuevos consumidores a una adicción es más fácil si la vía de administración está socialmente aceptada. En el centro de desintoxicación sabemos que  cuando el tabaco se introdujo por primera vez, la gente no se aficionó rápidamente a él porque fumar parecía un comportamiento extraño y desagradable.

    Con el paso del tiempo, gracias a los esfuerzos de promoción de la industria del tabaco, fumar llegó a ser una costumbre normal en sociedad. Hoy, la mayoría de personas ven la administración de droga por vía intravenosa como un comportamiento extraño y están poco dispuestas a cruzar esa línea, pro no tienen las mismas inhibiciones respecto a fumar.

    A todos nos gustaría evitar que los jóvenes consumiesen drogas, pero cómo lograr este objetivo no está tan claro.

    La lección más importante a aprender de la investigación del mal uso de las drogas durante los años críticos de la niñez y la adolescencia, cuando la curiosidad es el motor y las drogas se prueban por primera vez y luego se consumen cada vez más, es que es esencial la educación en el aula para enseñar a los chicos por qué decir no y cómo decirlo, pero que esto no es suficiente y que sólo puede tener efectos marginales a menos que esta educación esté complementada por un amplio esfuerzo en casa y en la comunidad.

    No podemos esperar prevenir a los chicos del mal uso de las drogas a menos que puedan realmente ver que los adultos están dispuestos a ser un ejemplo consistente con su propia conducta y a hacer cumplir las leyes que supuestamente restringen el acceso de los menores a las drogas adictivas. La educación para la prevención de la droga en las escuelas ha de enfocarse como una parte integral del cambio en las actitudes de la sociedad hacia todas las drogas adictivas.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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