El porqué de las adicciones

Si prohibiesen la literatura, como la cocaína….

“Si prohibiesen la literatura, como la cocaína, la gente, por puro morbo, de vez en cuando se metería unas líneas”

(Alejandro Jodorowsky)

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    Hay efectos paradójicos atribuibles a la prohibición de las drogas. Hay quienes no consumirán o abandonarán su consumo si existen las suficientes medidas represoras pero, por otro lado, al convertir las drogas en algo prohibido, su consumo atrae por morbo a los jóvenes más rebeldes y con más tendencia a un estilo de vida arriesgado.

    De este modo, en muchos casos, el consumo de drogas en los jóvenes se ha convertido en ritual de rebeldía e independencia y muchos adolescentes entran en el consumo de una sustancia adictiva prohibida como símbolo de oposición a padres y autoridades y como autoafirmación, asumiendo el consumo de las drogas como una provocación.

    Los jóvenes y adolescentes –un grupo de alto riesgo para desarrollar una conducta de abuso–, inmersos como están en las dificultades propias de su edad, en un mundo complejo, y siendo como son muy susceptibles a la incomprensión y al rechazo, pueden recurrir al uso excesivo de drogas para evadir la angustia, la insatisfacción o el aburrimiento.

    Y, aunque la motivación primordial para usar drogas es la posibilidad de ausentarse de una realidad que les incomoda, el abuso les sirve también , como hemos dicho, para cuestionar normas y modelos familiares y sociales.

    Drogas, prohibición y mercado negro

     

    Sin embargo, aunque la prohibición derive en problemas como el mercado negro, los peligros inherentes a la adulteración, la falta de control de calidad o la proliferación de puntos de venta, o desencadene el ansia de transgredir de muchos jóvenes y adolescentes, este es el modelo acordado por las naciones para su control.

    Por eso, y sin restar importancia a los demás perjuicios generados por el modelo prohibitivo, nos centraremos en la citada transgresión, como respuesta de muchos jóvenes y adolescentes ante la postura represiva o prohibitiva.

    Con las condiciones psicológicas referidas (depresión, frustración, desarraigo, desconocimiento, desamor y evasión de sí mismo), los jóvenes y adolescentes pueden terminar usando el cuerpo para mostrar su repudio, para negar, para burlar, para rebelarse, para ajusticiar a los otros de quienes se sienten víctimas. Con el consumo desmedido de sustancias, los jóvenes intentan, quizás, lastimarse a sí mismos o lastimar a otros, a la familia, al sistema, al mundo.

    Además, cabe además preguntarse por los beneficios que ofrece a los jóvenes seguir usando el modelo prohibitivo de las drogas, en un momento en el que la moralización social del problema resulta ridícula.

    Al contrario, con la satanización de las drogas, lo que se ofrece a la población joven, descontenta con su entorno y por esa misma razón transgresora, es la seductora posibilidad de aliarse con el enemigo.

    Con todo, esta reflexión no busca abogar por la legalización de las drogas. Sólo advertir esta paradoja que nos aporta la prohibición y qué consecuencias tiene en los sectores más jóvenes de la población.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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