En el CITA sabemos que en abril de 2001, Portugal decidió cambiar la ley que establecía penas de cárcel para la compra y posesión de droga para consumo personal durante 10 días, imponiendo en cambio una multa; de este modo, convertía lo que era un delito en una falta administrativa.
Quince años después, esta decisión se ha convertido en un ejemplo para otros países. Y no tanto por el cambio legal, que de hecho es similar al de otros países como España, sino porque esta medida se acompañó de efectivos servicios públicos de ayuda a los drogodependientes, ya que la peculiaridad de la llamada vía portuguesa no es la descriminalización del consumo, sino las políticas de reducción de daños y de reinserción social.
¿Y cuáles han sido las consecuencias de la aplicación del modelo portugués? Pues muy al contrario de lo que auguraban los más catastrofistas, el consumo no se disparó ni las mafias pasaron a adueñarse de las calles, ya que la proporción de adictos a las drogas es ahora en Portugal similar a la de entonces y el consumo va aumentando o disminuyendo más por influencia de la crisis económica que por las leyes. Si embargo, lo que ha mejorado, y mucho, es la política de prevención y tratamiento.
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El consumo de drogas en Portugal
Consumir drogas en Portugal continúa siendo ilegal, pero el detenido con droga para su consumo personal, no va a la cárcel, sino que entra voluntariamente en un programa de tratamiento de su dependencia, a no ser que prefiera pagar una multa. Y la sanción económica, y esa es otra novedad portuguesa, no la pone ningún juez, sino organismos sociales para la disuasión de la drogodependencias, como el Servicio de Intervención en Comportamientos Adictivos y Dependencias (el SICAD).
Sin embargo, el delito de tráfico de droga se mantiene cuando la persona posee sustancias prohibidas que exceden la cantidad necesaria para el consumo medio individual de diez días, lo que equivaldria a unos 15 gramos (de cocaína o heroína) y 20 (de cannabis), según ha dejado establecido el Tribunal Supremo. Y el cultivo personal de marihuana, a diferencia del caso español, conlleva la prisión.
Y gracias a los programas de prevención, han descendido ta,bién mucho las muertes por sobredosis en Portugal, 22 anuales frente a las 2.000 del Reino Unido, las 1.000 en Alemania o las 400 de España.
En cuanto al consumo, de 2001 a 2015 no ha variado mucho, pero sí sus efectos colaterales, como las infecciones de VIH y las muertes por sobredosis.
Tampoco han variado las drogas más consumidas, con la única excepción de la irrupción del éxtasis, que es hoy el segundo estupefaciente consumido en aquel país, muy lejos del cannabis. Cuando se aprobó la ley de abril de 2001, habían consumido hierba el 7,6% de los portugueses entre 15 y 64 años; en 2007 subió al 11,7% y en 2012 bajó al 9,4%; el éxtasis es consumido por un 1,3% de la población.
En el caso de la población menor de 34 años, el consumo de heroína ha caído un 70 %. En 2001, un 1% de los portugueses eran dependientes de la heroína, ahora lo son menos de la mitad (el 0,3%) y la mayoría sigue programas de tratamiento. La política de prevención ha conseguido retrasar asmismo el inicio del consumo, que estaba entre los 12 y 13 años.
Pero no todas las valoraciones en el país vecino son exitosas: hay una enorme complacencia social con el Cannabis que, además, en los últimos años ha aumentado su potencia, lo que está desencadenando más visitas a los Servicios de urgencias hospitalarias con cuadros de psicosis agudas y esquizofrenias. El 49% de los tratados son adictos, pues ha calado en la sociedad la idea de que es la droga ilegal de menor riesgo para la salud.
Autor: Comunicación Clínicas CITA