Éste es un comentario que nos deja un paciente de Málaga, después de una estancia en el centro de desintoxicación y deshabituación de toxicomanías y otras adicciones que Clínica CITA tiene en Dosrius (Barcelona).
Aprender a mirar
Muchas cosas de las aprendidas en CITA me van a influir el resto de mi vida. Han sido casi tres meses de terapias individuales, de grupos para aprender a manejar las emociones, de grupos de prevención de recaídas, de psicoterapia asistida por caballos, etc… Y, sobre todo, han sido tres meses de abstinencia donde mi cabeza, mis sentimientos, mi cuerpo y mi salud se han ido poniendo en su sitio.
Ni yo, ni mi familia ni mis amigos reconocemos al que fui los últimos años de consumo. Pero hay una cosa que recuerdo a menudo y que creo que va a servirme muchísimo en mi abstinencia futura.
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Al principio, todos mis pensamientos se centraban en las drogas y en cómo evitarlas, pero como en el famoso cuento en el que le piden al protagonista que intente no pensar en un oso blanco, descubrí que ésta era la manera más segura de no dejar de pensar en el oso, o lo que en mi caso era lo mismo, las drogas.
Hasta que un día en un grupo alguien recordó la anécdota que contaba Juanjo, un profesor de yoga del centro: Un día, Juanjo conversaba con un profesor de conducción evasiva y éste le dijo: Habitualmente hacemos una prueba que consiste en circular en pista a toda velocidad y después de una curva, los conductores del curso se encuentran con una roca de atrezzo en mitad del circuito.
Para no estrellarse, tienen que evitarla y pasar por el margen que queda a su lado.
Pero es tanta la velocidad y tan estrecho el espacio libre que queda entre la roca y el límite del circuito, que la mayoría de los conductores acaban estrellándose. Entonces –prosiguió el profesor- yo les indico que repitan la maniobra, pero esta vez sin mirar la roca sino dirigiendo su atención al espacio libre por donde debe pasar el coche. Es entonces cuando consiguen evitar siempre el obstáculo.
Aquel día empecé a ver las cosas de otra manera y en lugar de gastar mi energía en combatir mi miedo a las drogas, acepté que las drogas y mi miedo estaban ahí, pero centré mi esfuerzo en ver el agujero por donde tenía que pasar y llenar este agujero de todas las cosas positivas que me importaban.
Creo que, al menos para mí, esta es la mejor manera de salir fuerte de CITA y concederme las máximas oportunidades para no volver a recaer.
Autor: Comunicación Clínicas CITA