El hábito de posponer

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Resistencia al cambio

Hay como mínimo tres mecanismos a través de los cuales las personas se resisten a cambiar sus tendencias a posponer. Estos mecanismos son: la racionalización, la impulsividad y la huida.

Racionalización

Quizás la técnica más comúnmente utilizada por los postergadores es la racionalización. Normalmente justifican su retraso diciéndose a sí mismos que empezarán mañana, cuando estén más preparados para hacer el trabajo. Esta actitud autoderrotista de dejarlo todo para mañana, acaba siendo un freno definitivo.

Algunas variantes son: “Siempre hay un mañana”, “Sólo tengo que llegar al trabajo más temprano mañana”, “Si duermo la siesta, después me sentiré con más ánimos de trabajar”, “Lo haré mas tarde”, “Si espero obtener más información, el trabajo me saldrá mejor”, etc., etc., etc. El sentido de esta actitud es que se sienten menos ansiosos porque han decidido hacer algo en el futuro y ahora no necesitan preocuparse.

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    Normalmente no sienten la presión. No obstante, a pesar de este “momento de alivio”, algunos postergadores dicen que casi inmediatamente sienten preocupación cuando deciden hacer algo al día siguiente, porque en el fondo se dan cuenta, saben, que no tienen la más mínima intención de hacerlo mañana, y es cuando se reprochan continuar con la misma actitud cuando ya deberían haberla cambiado. La culpa se va acumulando y el postergador termina atrapado en su propia red. Una estrategia defensiva muy popular es admitir ser postergador y hacer una broma o un chiste y continuar excusándose. Esta actitud a menudo desarma a los demás, que lo ven como a un irresponsable pero, como es simpático o cariñoso, no hay que tomarlo muy en serio. Sin embargo, el resultado final es que el trabajo tampoco se hace por estas excusas.

    Algunos postergadores piensan que, de alguna manera, el trabajo al final se hará, que milagrosamente desaparecerá, que vendrá alguien y les ayudará. En ocasiones, si se espera lo suficiente, la tarea deja de existir porque alguien lo ha hecho o simplemente es demasiado tarde ya para hacerla.

    A menudo, el hábito de posponer se ve reforzado cuando una persona está levantada toda la noche para acabar justo antes de la fecha límite un trabajo y finalmente consigue un buen resultado. Este tipo de situaciones tienden a generar más postergación debido a que la gente olvida con demasiada facilidad la angustia de intentar acabar el trabajo en una sola noche u otras circunstancias en las que posponer tiene aún peores consecuencias.

    Este tipo de racionalizaciones expresan la idea de que es mejor jugar hoy y trabajar mañana y que placer pospuesto implica placer perdido. “Disfrutar” se convierte en la máxima de su existencia. Pero, como se dedica tanto tiempo y energía a posponer, al final el tiempo dedicado al placer acaba no siendo tan agradable.

    Impulsividad

    La impulsividad viene generalmente de la baja tolerancia a la frustración. Cuando se ha decidido que la tarea es demasiado dura o que no vale la pena esforzarse, aunque se desee el resultado, hay gente que simplemente se rinde y decide no esforzarse por períodos de tiempo que pueden variar en su duración. Estos períodos se ven de repente sustituidos por períodos de “frenética actividad”.

    Es cuando se dan cuenta de que no obtienen resultados e intentan conseguir rápidamente lo que desean. Invertir en un negocio sin haberlo analizado antes a fondo, dejar un trabajo sin tener otro disponible, o creer en las relaciones amorosas instantáneas, son ejemplos de este tipo de conductas. A menudo, la consecuencia de esta impulsividad es que la gente tarda aún más en alcanzar las metas propuestas y que finalmente llegan a la conclusión de que el fracaso de su comportamiento impulsivo es una prueba de que el mundo es demasiado duro para ellos.

    Mecanismos de Huida

    Los postergadores, a menudo, relacionan su incapacidad de invertir esfuerzo para conseguir lo que desean con creencias en lo mágico. De alguna manera, lo bueno llegará si se es paciente y se espera lo suficiente. Esta racionalización esconde la intolerancia de muchos individuos por el trabajo y se basan además en una visión muy fantasiosa y poco realista de cómo se van alcanzando los objetivos en la vida. En la imaginación, encontrar pareja con la que se pueda mantener una relación estable y satisfactoria, puede ocurrir sin esfuerzo en un abrir y cerrar de ojos. En la fantasía, los libros se pueden escribir en poco tiempo o llegar a ser un buen comercial o director de una empresa importante simplemente se logra contando hasta tres.

    Lamentablemente, la realidad no es tan simple y este tipo de actividades escapatorias como soñar o fantasear pierden valor cuando se las lleva a un extremo y cuando sirven a un propósito defensivo y no productivo. Además de fantasear, el postergador suele acudir a otras actividades como mirar la televisión, leer, dormir, comer, escuchar música, pasear, quitar el polvo o ir de compras el día antes de un examen o de un negocio importante. Aunque estas actividades pueden reducir la ansiedad, a la larga tienden a crear más ansiedad.

    Resolver el hábito de posponer

    Mientras que el hábito de posponer aporta algunos beneficios, superar dicho hábito puede hacer la vida más fácil y satisfactoria, además de promover el crecimiento personal. Los postergadores pueden reducir y/o minimizar su tendencia a posponer de maneras muy diferentes.

    Las técnicas siguientes pueden usarse como técnicas de autoayuda. Un punto de partida importante es darse cuenta de lo que te estás diciendo a ti mismo para mantener tus conductas autoderrotistas. Esas frases irracionales son importantes porque, si no las analizas, no te das cuenta de cómo te estás frenando a ti mismo. Y entonces te será muy difícil cambiar. Ejemplo: “¿Qué ocurre si no empiezo ya? Todavía hay tiempo.” “Esto me pone muy nervioso y además es aburrido, ya tendré tiempo de hacerlo” La fantasía es que el tiempo no pasa, pero no es así, pasa y es inexorable. 

    Otra clave consiste en jerarquizar nuestras prioridades. Ser impuntual premeditadamente en una cita o reunión o una corbata mal anudada a propósito, pueden servir de antídoto contra la manía perfeccionista porque nos sirven para comprobar que no ocurre nada por no ser perfecto de oficio. Por regla general, nuestras acciones pasan a los ojos de los demás bastante más inadvertidas de lo que creemos.

    Empezar ahora: Hay personas que erróneamente piensan que han de esperar a que les venga la inspiración antes de ponerse a resolver un problema que han estado posponiendo. Esta actitud de espera, de dejarlo todo para mañana, casi nunca funciona. Es mejor que los postergadores se den cuenta de que esperar los momentos de inspiración es tan eficaz como los propósitos que solemos hacernos en año nuevo. Suelen quedar sólo en buenas intenciones. Resolver un problema requiere mantener el esfuerzo, la inspiración inicial sirve sólo para empezar pero no para continuar resolviendo el problema. Además, la inspiración, como dice Serrat: “puede estar de vacaciones” y, si es que llega, puede tardar mucho en hacerlo. Es mejor empezar la tarea sin estar inspirado, es más probable que llegue la inspiración mientras se hace algo que sin hacerlo y si finalmente la inspiración no llega, el trabajo ya estará hecho y habrá una cosa menos de la que preocuparse.

    Busca las Frases que te dices a ti mismo: Ansiedad, depresión, rabia e impotencia son señales de que algo va mal. Este algo es el conjunto de creencias irracionales y autodespreciativas. Se puede aprender a identificar las afirmaciones negativas preguntándose: “Cuando estoy deprimido o ansioso ¿qué pienso sobre mí mismo?” Después puedes empezar a combatir tus ideas creadoras de depresión, desesperanza y autocompasión. Puedes hacer lo mismo con tus pensamientos generadores de desprecio hacia ti mismo y/o hacia los demás, así como los generadores de intolerancia y frustración.

    Tratar de pensar por qué es demasiado duro realizar actividades que a la larga son beneficiosas:Aceptar el hecho de que tu hada madrina se ha marchado a la Antártida y si quieres conseguir algo en la vida sólo cuentas con tus propios recursos para hacerlo. Si deseas dejar de jugar con tu vida, es mejor que dejes de actuar como un niño cuando las cosas no te son fáciles y empieces a esforzarte para mejorarlas. Identifica tus metas y desarrolla un plan de acción que sea viable. Comprométete a alcanzar una meta realista cada semana.

    Escribir Recordatorios: El uso de recordatorios escritos puede ser una buena ayuda para que no te olvides de trabajar en el problema que estás posponiendo. Frases que pueden ayudarnos:

    “Haciéndolo es como acaba hecho”, “La única manera de saber que puedo hacerlo, es haciéndolo”, “Puedo probar hacer las cosas de otra manera ya que la forma en que lo estuve haciendo hasta ahora no me sirvió” ¿Por qué no intentas hacer las cosas paso a paso, pequeñas metas diarias que puedas ir cumpliendo? Escribe tarjetas con estas frases u otras que se te ocurran y ponlas donde puedas verlas.

    La perfección, ay la perfección: La búsqueda de la perfección puede ser magnífica, excelente, pero… recordemos que no existe “la perfección”, siempre hay algo que falla. En ese constante anhelo de querer alcanzarla, es donde aparece la falla. Quienes desean ser perfectos, generalmente viven tensos, su minuciosidad les hace ser lentos y con frecuencia son demasiado exigentes con quienes no son tan perfeccionistas como ellos, catalogándolos muchas veces de inferiores.

    Es importante recordar que los fracasos son algo natural al hombre, le siguen como la sombra al cuerpo. No existe persona en el mundo que no se haya equivocado alguna o muchas veces. Debemos aprender a darnos cuenta de que no es una tragedia equivocarse, puesto que la calidad y superación de toda persona no está en no fallar, sino en saber reponerse de sus errores y simplemente, seguir adelante.

    Código del que pospone

    – Debo ser perfecto

    – Todo lo que haga debe resultar fácil y no acarrear esfuerzo alguno

    – Es más seguro no hacer nada que asumir un riesgo y fracasar

    – No debería tener limitaciones

    – Si las cosas no se hacen bien es preferible no hacerlas

    – Debo evitar desafíos

    – Si tengo éxito, alguien saldrá lastimado

    – Si lo hago bien esta vez, siempre lo tendré que hacer bien

    – El cumplir las normas de otra persona significa rendirse y no tener

    autocontrol

    – Si me muestro tal y cómo soy, no voy a gustarle a los demás

    – No puedo arriesgarme, saldrá mal

    Evaluando el posponer

    Haz tres columnas en un papel.

    – Columna 1: Indica las formas más frecuentes de posponer que usas

    – Columna 2: Resume situaciones breves en las que pospones

    – Columna 3: Piensa y apunta las creencias o sentimientos que a menudo contribuyen a posponer. Pueden ser:

    – Baja tolerancia a la frustración

    – Perfeccionismo

    – Miedos

    – Vergüenza

    – Enojo

    Utiliza el auto-diálogo durante el trabajo, con el fin de aceptar y superar el posponer. Confronta los pensamientos causantes del posponer.

    About the Author: Dr. Josep Mª Fàbregas

    doctor

    Especialista en adicciones y director psiquiatra del centro de adicciones y salud mental Clínicas CITA. Inicié mi carrera profesional en el Hospital Marmottande París, donde trabajé con el Profesor Claude Olievenstein. Posteriormente me trasladé a Nueva York y, tras varios años de experiencia profesional, en 1981 fundé CITA (Centro de Investigación y Tratamiento de las Adicciones) con el objetivo de desarrollar un modelo de comunidad terapéutica profesional, el cual lleva 32 años en funcionamiento.

    Autor: Comunicación Clínicas CITA

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